Muchas veces, las personas con sobrepeso u obesidad son juzgadas de llevar malos hábitos alimenticios y una vida sedentaria. Sin embargo, hay muchos casos en los que la dificultad para mantener un peso saludable no se debe a los hábitos de las personas, sino a problemas en su organismo que hacen que la pérdida de peso sea muy difícil.
Tal es el caso de la resistencia a la leptina, que puede tener un impacto importante tanto en la pérdida de peso como en la salud en general.
Pero, para empezar, ¿qué es la leptina? Se le conoce como "la hormona de la saciedad", es producida por las células grasas del organismo y se comunica con el hipotálamo (la parte del cerebro que regula el metabolismo).
El trabajo de la leptina es decirle al cerebro si tiene suficiente grasa almacenada como para alimentar al cuerpo y quemar calorías a un ritmo normal. En otras palabras, la leptina le permite al cerebro saber que el cuerpo está debidamente saciado y que puede dejar de comer hasta que vuelva a tener hambre.
Las personas con resistencia a la leptina deben lidiar con una falta de comunicación entre su cerebro y la hormona de la saciedad. Esto evita que reciban el aviso de que están llenos y pueden dejar de comer, por lo que la saciedad no llega y siguen comiendo.
Cuando esto sucede, los niveles de leptina circulan a un nivel más alto de lo que deberían, lo que puede provocar cambios en el apetito y aumento de antojos y de peso, alteraciones del sueño y otros problemas.
Las siguientes son algunas posibles causas de la resistencia a la leptina y su consecuente falta de comunicación con el hipotálamo para enviar la señal de saciedad:
Cuando alguien está estresado, la leptina generalmente aumenta con respecto al valor inicial y esto hace que a las personas se les antojen los alimentos dulces. El estrés crónico también puede provocar problemas para dormir y una mala calidad del sueño, lo que conduce a un incremento del apetito y un aumento del riesgo de subir de peso.
Cómo manejarlo: haz actividades que te ayuden a manejar el estrés, como ejercicios de respiración, meditación, una práctica diaria de gratitud, actividades creativas y lúdicas, ejercicio, etcétera. Esto ayuda a disminuir los niveles de cortisol y puede mejorar la resistencia a la leptina.
Algunos alimentos, especialmente aquellos con alto contenido de grasas, pueden ser inflamatorios y afectan la expresión de leptina en el microbioma. La inflamación puede afectar la microbiota intestinal y provocar un desequilibrio de bacterias buenas y malas (disbiosis), que luego pueden afectar la comunicación de la leptina.
Cómo manejarlo: puedes ayudar a tu intestino a mantenerse saludable al hacer un ayuno intermitente de 12 horas. Esto mejora la resistencia a la insulina y la leptina, contribuye a mantener un peso saludable y permite que el sistema digestivo descanse adecuadamente, lo que puede contribuir a que disminuya la inflamación general. Antes de hacer el ayuno, consulta con tu médico para asegurarte de que sea una práctica segura para ti.
La leptina no sólo es un mensajero para el cerebro, sino que también tiene efectos metabólicos en órganos como el hígado y el páncreas. En individuos sanos, la leptina inhibe la secreción de insulina y tiene efectos antinflamatorios sobre el hígado y el tejido graso.
Sin embargo, en el caso de la resistencia a la leptina, la comunicación con estos tejidos periféricos no se produce. Cuando esto sucede, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2 se vuelven mucho más probables.
Cómo manejarlo: la mejor manera de combatir la resistencia a la insulina es a través de una alimentación natural y equilibrada. Elige alimentos integrales y limita o evita los procesados y con azúcares añadidos. Además, consume alimentos ricos en fibra, como verduras, cereales integrales y legumbres.
El ejercicio moderado también puede mejorar significativamente la resistencia a la insulina, junto con la resistencia a la leptina. La opción ideal es el ejercicio de variabilidad de la frecuencia cardiaca, como los ejercicios aeróbicos.
Las hormonas son una pieza clave cuando se trata de un metabolismo y un control de peso saludables. Equilibrar tu microbioma intestinal, controlar el estrés crónico y mantener equilibrados los niveles de azúcar en la sangre puede afectar positivamente tu metabolismo y promover la salud en general.
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