Desde tiempos inmemoriales se ha sugerido que el ser humano tiene capacidades de percepción, más allá de sus cinco sentidos. En algunas tradiciones como el hinduismo incluso se tiene un nombre para esto y una amplia lista supuestas habilidades superhumanas.
Sin tener que ir tan lejos, un científico del Instituto de Tecnología de California cree haber demostrado que el ser humano es capaz de percibir los campos magnéticos de la tierra como algunos animales. Aves, reptiles, insectos y algunos mamíferos son capaces de percibir la energía magnética del planeta; otros animales pueden percibir los rayos ultravioletas y también algunas especies los infrarrojos. En el caso de la detección de campos magnéticos en animales, estos les ayuda a migrar largas distancias, construir sus nidos e incluso en el caso de los perros a evacuar conforme al eje magnético de la Tierra.
Joe Kirschvink sostiene que por primera vez se ha podido identificar esta capacidad, la cual se conoce como magnetorecepción, en el ser humano. Además, mantiene que el experimento que realizó puede ser verificado, algo que anteriormente se había escapado de las posibilidades de la ciencia. Esto le ha valido una inversión a su investigación de 900 mil dólares, algo que es considerado importante ya que este tema hasta hace poco se consideraba como "seudociencia".
La ciencia en este sentido es un poco compleja, pero se cree que existen dos posibles procesos biológicos a través de los cuales los animales podrían percibir el magnetismo de la Tierra. Uno es a través de proteínas llamadas criptocromos --que se encuentran en las retinas de algunos animales--que podrían ser sensibles a través de reacciones cuánticas a las líneas magnéticas. Otra teoría sugiere que existen células receptoras que contienen algo así como micro-compases hechas de un mineral llamado magnetita, las cuales las orientan conforme al campo magnético de la Tierra. De nuevo, este mineral ha sido encontrado en diferentes animales pero en cantidades que no son concluyentes.
Para probar este "sexto sentido", Kirschvink construyó en su laboratorio una caja de aluminio que puede eliminar el ruido de fondo electromagnético, llamada jaula de Faraday. En su experimento las personas son expuestas a campos magnéticos puros, sin intereferencias, ni estímulos externos; a su vez, los participantes son conectados a lectores electroencefalográficos. Kirschivink mide la reacción de las ondas cerebrales a campos magnéticos oscilantes, similares a los del cerebro; ha encontrado que cuando los campos giran en dirección en contra de las manecillas del reloj se presenta una disminución en las ondas alfa del cerebro. Este cambio está asociado con un procesamiento cerebral, neuronas que responden al campo magnético.
Así parece que esta capacidad es algo innata, embebido al cerebro y un superpoder, ni mucho menos. Por el momento la ciencia busca comprobar este efecto, más tarde se buscará entender para qué nos sirve biológicamente esta habilidad.