La lavanda es bien conocida por sus propiedades relajantes, y aunque uno de sus usos más extendidos es en forma de aceite esencial, también es posible utilizar las flores secas para preparar infusiones.
La lavanda contiene más de 150 componentes activos que son ricos en ésteres, es decir, moléculas aromáticas con propiedades antiespasmódicas, calmantes y estimulantes, por lo que se le suele usar para combatir afecciones como estrés, ansiedad e insomnio.
Además, las infusiones de lavanda resultan benéficas para evitar los cólicos y gases estomacales; y proporcionan alivio a quienes sufren de problemas relacionados con el sistema respiratorio (resfriados, tos, bronquitis e incluso asma) porque producen un efecto broncodilatador.
Para las encías sensibles y para evitar el mal aliento resultan muy efectivas, al igual que para calmar el dolor de cabeza. En el aspecto emocional, ayudan a mejorar el estado de ánimo y propician una sensación de bienestar.
Para preparar una infusión de lavanda sólo necesitas una taza de agua hervida y una cucharadita de flores de lavanda secas. Agrega las flores al agua y deja reposar durante 10 minutos. Cuela y, si lo deseas, endulza con un poco de miel. Toma una taza por la noche, un rato antes de ir a dormir.
Si quieres una alternativa con leche y un poco más elaborada, prueba esta leche infusionada con lavanda:
Ingredientes
Preparación
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