Si eres mamá primeriza, es posible que estés un poco confundida acerca de la lactancia materna. Encima de eso, muchas personas seguramente han opinado respecto a qué vas a hacer: lactar, fórmula, ambos… Pero al final debes recordar que las decisiones son tuyas y se deben basar en lo que le hace bien a tu bebé y a ti, no a los demás.
Puede ser también que por alguna u otra razón no puedas lactar y tengas que recurrir a la fórmula. No te sientas mal, no eres la única mujer que pasa por esto, así que ten un poco de compasión contigo misma y no te preocupes. Pero si lactar es tu opción principal y sí lo puedes hacer, entonces tienes que saber que existen un sinfín de beneficios para ti y para tu bebé.
La leche materna proporciona la nutrición ideal para los bebés. Tiene una mezcla casi perfecta de vitaminas, proteínas y grasas, todo lo que tu bebé necesita para crecer. Y todo se proporciona en una forma más fácil de digerir que la fórmula infantil. La leche materna contiene anticuerpos que ayudan a tu bebé a combatir los virus y las bacterias. Asimismo, reduce el riesgo de asma o alergias.
Además, los bebés que se alimentan exclusivamente con leche materna durante los primeros 6 meses, sin ninguna fórmula, tienen menos infecciones de oído, enfermedades respiratorias y ataques de diarrea.
Además de todos estos beneficios para la salud de tu bebé, también está algo muy importante: el vínculo mamá-bebé, ya que puedes tener contacto visual, contacto piel a piel y tu bebé sentirá los latidos de tu corazón que escuchó dentro del útero.
Como mamá también tendrás muchos pros a la hora de lactar:
La mejor posición para ti es aquella en la que tú y tu bebé estén cómodos y relajados, y no tengas que esforzarte. Por ejemplo:
Posición de cuna. Apoya el lado de la cabeza de tu bebé en la parte curva de tu codo con todo su cuerpo hacia ti. Coloca la barriga de tu bebé contra tu cuerpo para que se sienta totalmente apoyado. El otro brazo "libre" puede envolverse para sostener la cabeza y el cuello del bebé, o se pueden pasar las piernas del bebé para sostener la parte baja de la espalda.
Posición de futbol. Alinea la espalda de tu bebé a lo largo de tu antebrazo para sostenerlo como un balón de futbol, apoya su cabeza y cuello en tu palma. Esto funciona mejor con los recién nacidos y los bebés pequeños. También es una buena opción si tu parto fue por cesárea.
Sé consciente. Vigila los signos de hambre de tu bebé y amamántalo cuando tenga hambre. Esto se llama "alimentación a demanda". Durante las primeras semanas, es posible que amamantes de ocho a doce veces cada 24 horas. Los bebés hambrientos mueven las manos hacia la boca, hacen ruidos de succión o movimientos de la boca, o se mueven hacia tu pecho. No esperes a que tu bebé llore, pues esa es una señal de que tiene mucha hambre.
Sé paciente. Alimenta a tu bebé todo el tiempo él quiera; no lo apresures. Normalmente se amamantan durante 10 a 20 minutos en cada pecho.
Mantente a ti y a tu bebé cómodos. Esta es la clave. Si te relajas mientras amamantas, es más probable que tu leche "baje" y fluya. Ponte cómoda con almohadas, según sea necesario, para apoyar los brazos, la cabeza y el cuello, y usa un reposapiés para apoyar los pies y las piernas antes de comenzar a amamantar.