Cuando estás en una relación estable de larga duración, todo el mundo te pregunta que cuándo te piensas casar. Finalmente llega ese momento, anuncias que unirás tu vida con la del hombre de tus sueños y tu entorno se revoluciona automáticamente. Si ya pasaste por el proceso (a veces hasta doloroso) de planear una boda, ya sabes lo que es vivir en el centro de una auténtica lluvia de opiniones (aunque algunas parecían más bien imposiciones) de todo lo que debías hacer, cómo, cuándo y por qué.
Pues bien, si aquella experiencia te pareció intensa, prepárate para lo que viene cuando anuncies que estás embarazada. Si tienes más de 30 años, seguro ya te han advertido sobre los “peligros” de esperar para tener un hijo. Parece que recordarte a cada momento que tu reloj biológico avanza se ha convertido en una misión en la que todos quieren participar.
Puede ser que conseguiste liberarte de toda esa presión y después del tiempo que tú y tu pareja consideraron pertinente para ustedes (y para nadie más), decidieron que era momento de abrirse a que una vida fuera creada a través de sus cuerpos, y ahora ¡felicidades! El milagro ha ocurrido.
Ya sea que lo hayas contado dentro de los primeros 2 minutos después de enterarte o que hayas preferido esperar 3 meses (más que nada, para ahorrarte comentarios poco beneficiosos), una vez que la noticia se hace de dominio público, los consejos y anécdotas no solicitadas te caen por montones.
Bienvenida a tu primera prueba como futura mamá: practicar la paciencia.
Ahora eres parte de una especie de hermandad femenina. En ella, tu mamá, tus tías, tus hermanas, tus amigas, tu suegra y hasta mujeres que conoces muy poco se acercarán a ofrecerte su experiencia. Algunas te harán recomendaciones tan inocentes como qué crema usar para que no te salgan estrías, otras se encargarán de narrarte su parto cuadro por cuadro y todas las molestias que sufrieron durante el periodo de gestación. Cada una regresará en el tiempo para recordar su camino personal y único hacia la maternidad.
Ninguna de ellas tiene malas intenciones, pero ese torbellino de información muchas veces te puede hacer sentir abrumada, más que instruida. No hay dos mujeres que vivan su embarazo de forma idéntica; lo que a tu amiga o a tu prima le haya pasado no tiene por qué ser tu experiencia ni tu destino inevitable. Tienes dos opciones: ignorar todo ese ruido ambiental o tomarlo como lo que es, madres que en el fondo sólo quieren hacerte sentir acompañada en este proceso. Depende de ti lo que tomes y lo que decidas dejar pasar.
Hay miles de decisiones que ahora tienes que tomar y, para eso, es necesario que tengas muy claros tus deseos para la nueva y emocionante etapa que está por llegar. Una de las primeras preguntas que te hará medio mundo es cómo se va a llamar el bebé. Si tu bisabuela, tu abuela, tu madre y tú comparten nombre, y resulta que te enteras de que tendrás una hermosa niña, no te sorprendas si todos en tu árbol familiar esperan ansiosos a que continúes la saga. "¿Y lo piensan bautizar?, ¿el parto será por cesárea?" Y la lista continúa… Cuando el clan entero asume o da por hecho ciertas cosas pero tú tienes tus propias opiniones, te toca armarte de valor y volverte inmune ante las críticas.
Recuerda que lo más importante es mantenerte tranquila. Te encuentras en un espacio sagrado, donde cada emoción tuya y de tu pareja la siente también el bebé. No será fácil, pero intenta encontrar un equilibrio en el que estés en paz con tus anhelos para el nuevo ser que espera su llegada.