La amígdala es una región del cerebro que participa en el procesamiento de las emociones, en particular el miedo. Las emociones son una forma en que nuestro cerebro nos mantiene seguros y conscientes de nuestro entorno. Por ejemplo, el miedo y la ansiedad existen para alertarnos de amenazas potenciales.
Ya que nuestras emociones nos informan sobre nuestro entorno, también impactan nuestro comportamiento. Cuando las emociones nos advierten de un peligro, solemos actuar para protegernos. Lo malo está cuando no tenemos la información precisa, lo que nos provoca ansiedad y estrés cuando en realidad no estamos en peligro.
Según el neurólogo Shaheen E. Lakhan, director médico de Click Therapeutics en Nueva York, la amígdala es una "pequeña estructura con forma de almendra [que] es responsable de todo lo que es emoción, en gran parte miedo ira, placer y ansiedad".
Las respuestas de la amígdala pueden alertarnos cuando no estamos seguros o necesitamos controlar el estrés, pero también pueden resultar inconveniente en los sobrevivientes a un trauma, lo que contribuye a los síntomas del trastorno de estrés postraumático.
La amígdala participa en la regulación de la ansiedad, la agresión, las respuestas al estrés, los recuerdos ligados a las emociones y la cognición social. Participa en la activación de la respuesta de lucha o huida, lo que afecta la forma en que reaccionamos ante situaciones potencialmente peligrosas. Esto funciona a través del sistema nervioso autónomo, al aumentar la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la respiración, y estado de alerta.
Si bien nuestro cráneo protege nuestro cerebro del daño, la amígdala no es inmune al daño tanto interno como externo. El doctor Lakhan comparte que la amígdala puede resultar dañada por accidentes cerebrovasculares, infecciones como el virus del herpes simple, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y tumores cerebrales. También puede sufrir una conmoción cerebral o una lesión cerebral traumática que dañe la amígdala.
Es posible sufrir un daño cerebral irreversible. Sin embargo, incluso si la amígdala está dañada, es posible que pueda recuperarse, especialmente con tratamiento. Según el doctor Lakhan, "el cerebro tiene una notable capacidad de compensación y reorganización llamada neuroplasticidad". La neuroplasticidad es la capacidad de nuestro sistema nervioso para adaptarse y cambiar según el daño o la necesidad.
Una vez que la amenaza desaparece, o después de que te das cuenta de que, para empezar, no había ninguna amenaza, la amígdala debe retroceder con la ayuda de tu lóbulo frontal. El doctor Lakhan asegura que existen mecanismos para amortiguar esta respuesta, "para que no estés en un estado constante de ansiedad. La parte frontal de tu cerebro en realidad frena la amígdala y dice, básicamente, que ya no hay de qué preocuparse".
Sin embargo, para algunos, el lóbulo frontal no desactiva eficazmente el estado desencadenante de la amígdala. Según el doctor Lakhan, cuando el "circuito cerebral cognitivo-emocional" (o la conexión entre la amígdala y otras partes del cerebro que regulan su activación) no desactiva adecuadamente la amígdala, puede provocar síntomas depresivos y ansiosos.
La buena noticia es que, incluso si la amígdala se vuelve hiperactiva en respuesta a un trauma o daño, es posible revertir estos efectos. "La amígdala se puede entrenar", dice el doctor Lakhan. "Debido a que el cerebro interactúa con un par de otras regiones cerebrales clave y forma lo que se conoce como circuitos cerebrales, el mejor ejercicio en realidad fortalece estos circuitos".
Básicamente, podemos fortalecer la conexión entre la amígdala y el lóbulo frontal para permitir la desescalada. El doctor Lakhan comparte los siguientes consejos para desactivar la amígdala y volver a activar el lóbulo frontal:
- Respiración profunda: "Respirar lenta y profundamente a lo largo del diafragma y concentrarse en la exhalación es una gran técnica".
- Ejercicio: "La actividad física como caminar, bailar o hacer yoga puede ayudar a regular la amígdala"
- Terapia cognitivo-conductual: "La reestructuración cognitiva puede reemplazar patrones de pensamiento negativos o catastróficos por otros más positivos y realistas".
Con información de Verywell Mind