Es bien sabido que la práctica de algún deporte o actividad física aporta numerosos beneficios para el bienestar integral de las personas, pues además de que ayuda a mantener la condición física y un peso saludable, también reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiacas, hipertensión, diabetes, colesterol alto, osteoporosis, obesidad y artritis, entre otros.
En el ámbito de la salud mental y emocional, el ejercicio ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, previene y aminora los efectos de la depresión, reduce el riesgo de padecer Alzheimer y mejora el ánimo de quienes lo practican.
La práctica deportiva hace que las personas se vuelvan más seguras de sí mismas, y mejora su confianza y autoestima. Así, contribuye a que las relaciones interpersonales mejoren y se desarrollen con respeto y empatía.
Para la mayoría de los deportistas su práctica se convierte en una metáfora de la vida, en la que continuamente deben prepararse, siempre seguir sin detenerse, no darse por vencidos y dar su mayor esfuerzo para enfrentar los retos que se presenten.
Además, por medio del ejercicio es posible aprender a ver los errores y las derrotas como experiencias que ayudan a ser más fuertes, gracias al aprendizaje que dejan y a que contribuyen a incrementar la capacidad de resiliencia.
La actividad física también fomenta valores, tanto en los niños como en los adultos. Entre ellos destaca el trabajo en equipo, ya que inculca la importancia de trabajar en conjunto en un ambiente de solidaridad, unión y empatía, con el objetivo de impulsar una competencia sana y el apoyo mutuo.
La práctica de un deporte es un escenario ideal para aprender a manejar y reaccionar ante los fracasos y los éxitos. De esta manera, el ejercicio incrementa la tolerancia para afrontar de mejor manera las situaciones de frustración, así como para aceptar y respetar las diferencias respecto a los demás.
La práctica de cualquier actividad física se da en un plano de respeto en el que los demás adquieren un valor que va más allá de su condición social, religiosa, ideológica y de su forma de ver la vida.
El deporte ayuda a comprender que, con todas las diferencias que puedan existir, todas las personas son igualmente capaces y valiosas y, por lo tanto, deben ser aceptadas y valoradas tal como son.
Otros valores importantes que fomenta el ejercicio son el compromiso con el deporte en sí, con el equipo y consigo mismo; la responsabilidad, para no faltar a los entrenamientos y para tomar las competencias con la seriedad que merecen; el esfuerzo continuo, para mejorar día con día y siempre dar lo mejor de sí para alcanzar los objetivos; y la perseverancia, para no rendirse a pesar de las adversidades e insistir hasta que las metas sean alcanzadas.
El deporte también implica autoconocimiento, porque permite conocerse mejor a sí mismo, conocer los límites, las habilidades, fortalezas y capacidades en general, para así trabajar en todo aquello que sea necesario para tener una evolución constante.
Finalmente, el ejercicio hace que las personas sean más dedicadas en el cuidado de su bienestar general, al elegir un estilo de vida mucho más saludable en el que no sólo la salud física importa, sino también el equilibrio mental, emocional y espiritual.