Uno de los principales problemas de salud que puedes desarrollar a raíz de trabajar extenuantes jornadas en una oficina es, sin duda, el aumento de peso y las consecuencias que eso trae consigo: problemas cardiovasculares, digestivos, hepáticos, de colesterol alto, de diabetes, etc. No es novedad que el muchas veces descuidado modo de vida de los oficinistas es un problema de salud pública. Gran parte de los pacientes con obesidad y diabetes son gente adulta en edad productiva y en la mayoría de los casos con empleos sedentarios, malos hábitos alimenticios y con ninguna actividad física.
Diversos estudios revelan que un empleado mexicano promedio pasa alrededor del 40% y hasta 50% de su día activo en la oficina, incluyendo el tiempo que le toma volver a casa. La mayoría de estos empleados permanecen sentados frente a un escritorio y por eso mismo son más propensos a padecer sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2 y otras enfermedades cardiovasculares y de circulación. Esto, aunado a una mala alimentación, altera los niveles de glucosa, triglicéridos y azúcar en la sangre.
El trabajo de oficina no te hace subir de peso por sí mismo, lo que te hace subir es una combinación concreta de elementos: el tiempo que pasas sentado sin actividad física, los malos hábitos alimenticios que incluyen no desayunar, comer con prisa, comer alimentos altos en grasas y carbohidratos, comer bocadillos o postres por ansiedad y el estrés causado por los pendientes del trabajo. Afortunadamente, para cada una de estas situaciones existen soluciones identificadas y efectivas que te presentamos a continuación:
Para los malos hábitos alimenticios
Desayunar es una prioridad. Sabemos que a veces puede ser complicado encontrar el tiempo necesario (sobre todo si entras muy temprano al trabajo) pero puedes buscar opciones como preparar algo la noche anterior. El desayuno deberá incluir frutas, semillas, proteínas y la menor cantidad de grasas y azúcares posibles.
A la hora de la comida, es importante evitar los lugares de fast food o los puestos callejeros de tortas y tacos. Para esto hay dos opciones principales: tener ubicado algún restaurante o fonda donde sirvan comidas de tres tiempos u optar por llevar tu propia comida desde casa. De esta manera, tu consumo de grasas saturadas bajará considerablemente.
Y en cuanto a los bocadillos y postres, es cierto que a veces la ansiedad del trabajo nos abre un antojo voraz (aunque ya hayamos comido) y buscamos saciarlo con golosinas o panecillos. Esto es lo menos saludable que hay. Así que si a menudo no puedes evitar estos impulsos, considera tener contigo botanas naturales como zanahorias, jícamas, pepinos, almendras o arándanos deshidratados para sustituir los postres y, además, ahorrarte un poco de dinero.
Para manejar el estrés
El estrés produce alteraciones en tu cuerpo que, entre otras consecuencias, pueden hacerte subir de peso, ya que modifica tu metabolismo y produce hormonas (cortisol) que te hacen acumular las grasas que no estás quemando. Es fundamental que te des momentos de relajación y meditación aunque sea ahí mismo frente a tu escritorio. Dedicarle 5 minutos cada hora a estirarte un poco y quizá escuchar una canción, te mantendrá de mejor ánimo para combatir las presiones laborales. No olvides que el estrés es “el asesino silencioso”, así que no le des entrada. Al salir del trabajo, evita llevarte en la cabeza las preocupaciones o pendientes del día.
Visita este link para algunos consejos que te mantendrán libre de estrés en horarios laborales.
Para el exceso de sedentarismo
Si una persona permanece de pie por 6 horas, consumirá alrededor de 54 calorías más de las que quemaría naturalmente. Sin ningún cambio en la dieta o inclusión de ejercicio, esas 54 calorías por día significarían una pérdida de 2 kilos y medio de grasa al año. Este dato indica que la solución consiste en hacer pausas para estirar los músculos y moverse un poco o alternar el trabajo sentado y de pie. Es importante también levantarse a caminar, hacer flexiones de las extremidades e incluso, si el espacio es apto, una serie de sentadillas cada hora para estimular la circulación y evitar la atrofia muscular.
Otro factor que debes considerar es sustituir los elevadores y, mejor, subir escaleras. Obviamente, si trabajas en un décimo piso, basta con que subas hasta el tercero o cuarto por las escaleras y de ahí tomes el elevador. También intercambiar un poco de transporte público por caminatas a buena velocidad es una manera de mantener tu cuerpo en movimiento cuando tu trabajo te exige permanecer sentado el resto del día.
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La repetición de estas acciones traerá cambios considerables en tu salud y evitará que subas de peso. Ponlas en práctica y, después de un tiempo, cuéntanos cómo te fue y si encontraste nuevas maneras de mantenerte en forma a pesar de las largas jornadas de trabajo.