La falta de tiempo suele ser una de los principales motivos –o pretextos– por los que la gente no hace ejercicio. Y en muchos casos es comprensible, pues los largos trayectos hacia el trabajo y de regreso a casa complican encontrar tiempo para la actividad física; pero en muchos otros casos, más que una falta de tiempo real, lo que se da es una mala organización y la procrastinación.
Darte tiempo para hacer ejercicio puede ser difícil, pero incluso si tu vida es muy ajetreada y tienes el día lleno de ocupaciones y actividades, es posible –además de muy necesario e importante para la salud– encontrar espacio para incluir el ejercicio en tu rutina diaria y los siguientes tips te pueden ayudar a hacerlo más fácilmente.
No necesitas pasar horas corriendo o en el gimnasio para mantener un estilo de vida saludable. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante la edad adulta –entre los 18 y los 64 años– se recomienda hacer un mínimo de 150 minutos a la semana de ejercicio moderado y 75 minutos de actividad física intensa.
Los ejercicios moderados se refieren a caminar, salir a pasear al perro, bailar, realizar tareas domésticas, etcétera; mientras que la actividad intensa consiste en aquellas que requieren un mayor esfuerzo, como correr, nadar, practicar spinning o deportes competitivos (futbol, tenis, basquetbol), así como hacer ejercicios de fuerza, ya sea con el peso del propio cuerpo o con ayuda de pesas y aparatos de gimnasio.
También es importante que elijas un entrenamiento que puedas hacer en tu casa, el parque más cercano o en cualquier lugar, sin que necesariamente debas ir a un gimnasio o lugar específico para practicarlo.
Y para aprovechar al máximo el tiempo limitado, es recomendable optar por entrenamientos que ofrezcan ganancias significativas en poco tiempo, como crossfit, correr a intervalos, saltar la cuerda, entrenamientos de calistenia (usando tu propio peso corporal), entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT), etcétera.
No tiene sentido hacer algo que odias, porque al poco tiempo terminarás por dejarlo. Si no puedes soportar correr, ¡no corras! Es mucho más probable que sigas una rutina de ejercicios si realmente te gusta. Y si no estás seguro de qué es lo mejor para ti, experimenta con diferentes formas de ejercicio hasta que encuentres la que mejor se adapte a tus necesidades, gustos y estilo de vida.
Muchas veces se dice que la competencia es negativa, pero si se le enfoca adecuadamente, puede ser algo positivo a la hora de mantenerte motivado para hacer ejercicio.
La competencia amistosa puede ser un motivador importante, pues brinda recompensas que pueden hacer que el ejercicio sea más interesante, desafiante y divertido. También existe la posibilidad de que pueda inspirarte a seguir tus rutinas de ejercicios.
Para esto, puedes buscar equipos o clubes de entrenamiento, o simplemente quedar con amigos o conocidos que compartan tus aficiones deportivas para salir a practicarlas juntos. También puedes inscribirte a carreras para tener un objetivo claro en la mira, asistir a eventos ciclistas o participar en las competencias que suelen organizar algunos gimnasios.
Agendar el tiempo que vas a destinar al ejercicio puede ayudar a que lo pongas en un lugar tan prioritario como el resto de tus actividades, pues de esa manera tendrías que organizar todo tu día pensando en que debes destinar ese tiempo, sean 30, 45 o 60 minutos para ejercitarte. Por ello, lo recomendable es establecer horarios bien definidos para la actividad física y apegarte a ellos; al final, es un tiempo que te dedicas a ti, a tu salud y bienestar, por lo que debe ser una prioridad.
Puedes descargar una aplicación de fitness que te permita hacer un seguimiento de tus estadísticas, pues ver tus avances y logros será una gran motivación para seguir. Además, te ayudará a conocer las áreas en las que necesitas trabajar más, por ejemplo, si debes hacer un poco más de cardio o aumentar los entrenamientos de fuerza, por ejemplo.
Si un día te quedaste dormido, tuviste una junta imprevista que cambió toda tu agenda o simplemente no tuviste ganas de hacer ejercicio, no es el fin del mundo. Relájate y retoma la rutina al día siguiente.
Para compensar esos días en los que no puedas o no quieras ejercitarte, puedes mantenerte activo en el día a día, al usar las escaleras en lugar del elevador; reservar unos minutos de tu tiempo de comida para salir a caminar un poco; dejar el coche y usar la bicicleta o caminar, si es posible; levantarte de tu silla en el trabajo, al menos una vez por hora, para caminar un poco o hacer estiramientos; hacer sentadillas mientras te cepillas los dientes o mientras esperas a que se prepare el café de la mañana; levantarte 15 minutos antes para hacer algunas abdominales, flexiones, saltos o desplantes, etcétera.
Al final, aunque no siempre sea fácil, reservar tiempo para hacer ejercicio es una de las mejores inversiones que puedes hacer para tu bienestar, así que esfuérzate por mantenerte activo.
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