El número de refugiados y desplazados en el mundo ha superado ya los 65 millones, siendo Siria, Afganistán y Somalia los tres mayores emisores de refugiados debido a los conflictos bélicos, políticos, religiosos y sociales que hay en dichos países y que ponen en peligro la vida de muchas personas.
Para entender la diversidad y la libertad que se ataca en estos casos hay que comprender, primero, que existe una diferencia entre el concepto de refugiado y el de desplazado.
Refugiado
Se trata de alguien que escapa de su país debido a una guerra o a que es perseguido por raza, religión, opinión política, nacionalidad o por pertenecer a un grupo social determinado.
Desplazado
Es alguien que se ve obligado a abandonar su hogar por un conflicto o persecución, pero que no cruza la frontera de su país. En ese sentido, Colombia es el país con el mayor número de desplazados debido a los problemas de narcotráfico que ha enfrentado.
Algo que resulta grave es pensar que prácticamente la mitad de la población de refugiados está conformada por menores de 18 años, un sector evidentemente vulnerable que queda totalmente desprotegido, sin hogar y sin acceso a la educación, una herramienta fundamental para la solución de problemas de hambre, guerra y discriminación en el mundo.
Debido a que estas migraciones riesgosas se hacen sobre todo por tierra o por mar, la mayoría de los países de asilo son aquellos cuyas fronteras están más cerca de los países en conflicto. Por eso, los principales países de asilo son Turquía, Pakistán y Líbano. No obstante, algunos refugiados han logrado llegar al centro y norte de la Unión Europea o a Norteamérica, donde se están generando cada vez más programas que permitan acogerlos y ayudarlos. Sin embargo, no todos los países han recibido con agrado a los grupos de refugiados que han llegado a sus territorios y en muchos casos la situación se ha convertido en un ejemplo de desconfianza, xenofobia y rechazo por parte de la población receptora, persecución por indocumentación y abandono, todo lo cual, en lugar de ayudar a sanear el problema, lo empeora.
Cabe recordar que a lo largo de la historia ha habido muchos grupos que han huido como refugiados. Basta pensar en los judíos que huyeron de la persecución nazi, en los españoles que salieron de su país en tiempos de Franco o en los homosexuales chechenos que hoy en día tienen que huir de su país para evitar ser asesinados por su preferencia sexual.
Por lo anterior, la Asamblea General de Naciones Unidas designó en el 2001 el 20 de junio como el Día Mundial del Refugiado. La razón por la que eligió esta fecha fue que en este día, pero en 1951, se llevó a cabo la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados para recordar a millones de personas desarraigadas en el mundo.
¿Cómo ayudar a los refugiados?
Se puede hacer de diversas maneras.
1. Puedes ofrecer un donativo económico o en especie a alguna organización no gubernamental que se dedique a dar alimento, vestimenta y asilo a los refugiados, como Save The Children, Unicef, Hand in Hand for Syria, Human Appeal y Médicos Sin Fronteras.
2. Puedes participar en programas de inserción de refugiados en la nueva cultura a la que se tienen que adaptar; por ejemplo, puedes proponer clases para enseñarles tu idioma. Una alternativa es hacerlo en la Agencia de la ONU para los Refugiados.
3. Según tu profesión, puedes donar algunas horas de tu tiempo y tu trabajo para brindarles atención médica, prepararlos para la vida laboral en tu país, ayudarles a encontrar trabajo o enseñarles algún oficio para que puedan empezar a ser económicamente independientes.
Lo más importante es informarte e informar a tus seres queridos en torno a otras culturas y religiones. La única manera de erradicar la discriminación y el rechazo a los refugiados es dejar de verlos como “los otros” y reconocerlos como nuestros semejantes, como otros seres humanos que tienen mucho que aportar a nuestra sociedad y que hoy necesitan que los acojamos y les brindemos nuestra solidaridad y apoyo.