No importa cuán enamorado estés ni qué bien te sientas con tu pareja, en algún momento aparecen las discusiones. Es algo completamente natural y si no se descontrolan o producen malestares significativos hay formas de sobrellevarlas, pues todas las personas somos distintas y los desacuerdos o puntos de vista confrontados pueden cruzarse de pronto.
No hace falta decir que la vida doméstica es un reto, sobre todo cuando ya compartes tu rutina con una pareja día y noche, coexistiendo en el mismo espacio. Si es así, te interesará saber entonces que es justo en este lugar, en la casa y en la rutina cotidiana, donde comienza uno de los detonadores más usuales y famosos de las discusiones de pareja: la hora de la limpieza.
Una serie de encuestas a parejas jóvenes en Estados Unidos ha arrojado el interesante dato de que las discusiones sobre a quién le toca lavar el baño o cómo saber cuando algo ya está limpio, superan a las discusiones sobre la frecuencia de las relaciones sexuales o discusiones sobre celos y manejo de finanzas. ¿Increíble, no lo crees?
Para muchos el momento de limpiar es temible, a casi nadie le gusta limpiar o le parece fastidioso por más necesario que sea. Aquí aparecen los indicios de la discusión: ¿quién se hará cargo de limpiar esto y lo otro? ¿Quién establecerá la dinámica más equilibrada? Además, la creencia por completo errónea de que es una labor meramente femenina se suma como un factor peligroso que puede convertir la discusión en pelea.
Queramos o no, la limpieza es fundamental no sólo por respeto al espacio común y compartido sino también por la higiene y salud de los lugares que habitamos. Por eso, es importante establecer (de la manera más cordial y comunicativa) dinámicas de frecuencia y horarios para hacer el quehacer con nuestra pareja en casa.
Lo preocupante del “conflicto” es cuando esas discusiones tan triviales escalan de tal forma que comienzan a minar la felicidad de la relación, transformándose entonces en un problema real. En definitiva, no hay que permitir esto. ¿Qué hacer si no se ha llegado a un acuerdo o si se quiebra a cada rato? Al parecer, en el mismo estudio se encontró la variante en la ecuación que simplifica las cosas: las parejas que han discutido por la limpieza, recuperan su felicidad cuando contratan a alguien que limpie por ellos. Otro dato interesantísimo.
Sin duda, no todas las parejas están en esa posibilidad económica, pero no hay que negar que es una buena opción, además de un generador de empleo. ¿Qué alternativa tienen entonces los que no pueden costear ese gasto? La respuesta es simple: tendrán que arreglárselas para dividir equitativamente las labores y los turnos, no hay más.
Por el bien de la relación y el cuidado y salud del hogar, hay que considerar la hora de la limpieza como algo fundamental y que incluso podría ser divertido si se hace en pareja, con un poco de música y hasta pasos de baile. ¡Improvisen y sean creativos! Recuerda que la clave de una buena relación es el diálogo comprensivo y la funcionalidad de los acuerdos que se hagan mediante él.