Imagina que a lo largo de tu vida has acumulado muebles, objetos, estampillas, revistas, libros, folletos, juguetes y cuanta cosa te pase por la cabeza. O muy probablemente, en tu familia hay alguien que lo hace. Quizás esa persona ya es mayor, y año con año acumula más cosas sin sentido y que no necesita.
Pues bien, en Suecia existe una práctica llamada "la limpieza sueca de la muerte" o Döstädning, que consiste en que, de vez en cuando, las personas que llegan a cierta edad madura deben deshacerse de todo aquello que han acumulado y que realmente no les sirve de nada, con el fin de que después de su muerte no dejen esa carga en los hijos.
¿Suena crudo? Lo es. Pero piensa en las despedidas de abuelos o padres en las que, además de lidiar con el terrible duelo, se tiene que limpiar, ordenar, sacar y tirar a la basura sus pertenencias.
En lo personal recuerdo a mi abuelo, un viejo escritor de historietas que solía coleccionar cientos de revistas antiquísimas, cajas vacías de cigarrillos, libros, películas en formato Beta, vasos de los estadios y juguetes con tanto polvo que eran difíciles de distinguir... Después, mi abuela fue otro caso exactamente igual.
Cuando mi abuelo falleció, mi madre no sólo tuvo que lidiar con su ausencia y un repentino adiós sino con el hecho de tener que limpiar su habitación (que constaba de dos divisiones) además del estudio que construyó en la azotea, y tuvo que enfrentar el hecho de que tiraba cosas que quizá tuvieron mucha importancia para su padre. Pero eso ella nunca lo sabría.
Incluso podría decirse que la limpieza sueca de la muerte es un acto piadoso de los padres hacia los hijos, pues de esta manera evitan que sean ellos los que se deshagan de todo aquello que sus papás atesoraron por años, cuando muchas de estas cosas son auténtica basura.
Por supuesto esto no se refiere a todo aquello que puede guardar gratos recuerdos, como las fotografías, cartas o incluso algunos peluches. Se trata de todo aquello que compraron por comprar, que guardaron porque usarían después aunque nunca lo hicieron, o incluso, como decía mi abuela: "Conservo la envoltura de estos chocolates porque es bonita y algún día me servirá para algo".
Una mujer llamada Margareta Magnusson, que tiene entre 80 y 100 años, escribió un libro titulado El arte sueco de ordenar antes de morir. En el libro comparte que se mudó de casa 17 veces en el transcurso de su vida, por lo que sabe bien de qué habla cuando se trata de decidir qué guardar y qué tirar.
Magnusson dice que el primer secreto para una limpieza efectiva de la muerte es hablar de eso siempre. Hablar de eso como familia puede ayudar a que todos se responsabilicen con lo que les toca ordenar o hacer.
El segundo punto clave es no temer la limpieza de la muerte:
"La limpieza de la muerte no es la historia de la muerte y cómo llegará inevitablemente, sino más bien la historia de la vida, tu vida, los buenos recuerdos y los malos", dice Magnusson.
Aunque para algunas personas será sumamente difícil e incómodo aceptarlo, pues obviamente también existen los casos de gente mayor que al proponerles esta idea pensarán que lo haces de mala manera o porque ansías su partida. Así que lo ideal será ir poco a poco y hacerles entender que esta limpieza es para un bien común.
Finalmente, Magnusson alienta a las personas que se dedican a la limpieza de la muerte en Suecia a recompensar sus esfuerzos con placeres y actividades que mejoran la vida, como ir a ver una película, pasar tiempo en el jardín o comer una comida agradable.
¿Quién puede resistirse a una filosofía con el nombre de "limpieza de la muerte sueca"? Podrías intentar decirle a tus amigos que hiciste una limpieza sueca de la muerte durante la etapa de auslamiento, así que estuviste ocupado, y descubrir su hilarante reacción.