Si estás en una posición de liderazgo, sabes que tienes una responsabilidad con tu equipo. Ellos te buscan para pedirte consejo, y también voltean a verte cuando se presenta una situación difícil. Eso es parte de ser un líder y, por lo tanto, gran parte de tu responsabilidad es la de guiarlos con tus acciones. En palabras de John Quincy Adams: “Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en más, eres un líder”. Como líder, parte de tu trabajo es inspirar a las personas que te rodean a desarrollar su máximo potencial y como consecuencia nutrir la compañía, asociación y organización para que puedan ser también las mejores versiones de sí misma.
La cuestión es que a veces pensamos que la mejor manera de inspirar a los demás es con nuestras palabras. Aunque es cierto que un discurso emotivo puede mover a los demás a la acción, si el grupo al que te diriges no detecta una coherencia entre tus palabras y tus acciones perderás credibilidad. Por eso, liderar con acciones y no sólo con palabras es importante. Para que quede aún más claro, revisemos un ejemplo de qué es lo que pasa cuando hay coherencia entre las acciones y las palabras.
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Llegó un momento en la vida y la carrera del presidente de General Electric, Jack Welch, en que supo que para impulsar más allá a la compañía tenía que realizar algunos cambios radicales. Así desarrolló la idea de una “organización sin fronteras”. Esto quería decir que todas las personas trabajando para dicha empresa eran libres de participar en la generación de ideas, en lugar de tener que esperar a que alguien en una posición más encumbrada dentro de la jerarquía empresarial tuviera ideas. Welch quería liberar a su equipo y prometió escuchar las ideas de cualquier persona en GE. Además hizo lo que dijo, de tal manera que todos, desde los trabajadores de menor jerarquía hasta los gerentes gozaron de su atención si tenían algo que decir o alguna idea que pudiera mejorar la compañía. El resultado fue que durante su administración GE se volvió una compañía sumamente exitosa.
¿Crees que los soldados de Alejandro Magno hubieran batallado con tesón si él se hubiera sentado en una colina a mirar la batalla? Probablemente no, y él nunca hubiera pasado a la historia. Simplemente habría sido otro general promedio en los libros de historia. Los buenos líderes impulsan a las personas a través de la inspiración, el entusiasmo, la confianza y la visión.
Con información de Forbes