Posiblemente ya hayas hecho tus propósitos de este año, basados en las necesidades que tienes actualmente. Tal vez sea viajar más, tener un mejor trabajo, comer más saludable o hacer ejercicio, por ejemplo. Piensas en todo aquello que puede mejorar tu vida y has hecho un plan para cumplirlo. 

Y aunque trabajar desde ese enfoque es prometedor debido a la esperanza que trae el hacer propósitos nuevos, también es sumamente importante que consideres aquellas cosas que ya no te hacen bien en la vida y es necesario dejar atrás. 

Dejar ir es quizás una de las cosas más importantes que puedes hacer en la vida. Actitudes, relaciones, trabajos, etcétera. Dejar ir puede liberarte y abrirte a nuevas perspectivas que, curiosamente, ayudarán a cumplir tus otros propósitos. 

Si estás atrapado en situaciones que no te favorecen o ya no te satisfacen, posiblemente sea complicado avanzar o encontrar razones para hacerlo, incluso cuando ya está en tu mente buscar nuevas aventuras. Por ello, es necesario que identifiques todo lo que te ha detenido y pongas tu esfuerzo en dejarlo ir. Aquí encontrarás algunas cosas que tal vez sean esa piedrita en tu zapato, para que te liberes ahora que empiezas un nuevo año.

Control

Es estresante y agotador, sin mencionar inútil, tratar de controlar a las personas y las situaciones, pero es posible que lo hagas todo el tiempo, ya que así te sientes más seguro en la vida. Si tan sólo pudieras controlar el futuro podrías asegurarte de ser feliz o al menos de estar bien, porque podrías manejar lo que viene e, idealmente, prosperar cuando llegues ahí.

Pero no puedes controlar a las personas ni el futuro, por mucho que lo intentes. Intentarlo sólo genera estrés y ansiedad, porque lucharás contra la realidad de que muchas cosas simplemente no son como deseas. Así que evitar querer tener el control de todo y por todo es un buen inicio para sentirte mucho más en paz.

Necesidad de aprobación

Todos han luchado con esto en cierto punto de la vida, incluso las personas aparentemente más seguras. Pero la necesidad de aprobación puede ser extremadamente limitante y asfixiante, y sólo va a distraerte de tus propias convicciones. 

Deja de pensar y actuar como los demás quieren que lo hagas. Nadie es igual, y lo que para unas personas está bien para otras puede ser un completo error, así que dedícate a tus propios méritos y pensamientos. Tu vida es como es gracias a ti únicamente, y si comienzas a querer complacer a todo el mundo sólo perderás el rumbo de tu propia experiencia. 

Estrés y presión

La edad, el dinero, el cuerpo, las deudas, el trabajo. Hoy en día todo es estresante y, por esa razón, puedes ver a tanta gente joven enferma o con problemas cardiacos. Si constantemente te repites que no has llegado a donde quieres o que no tienes el físico que deseabas, lo único que haces es llenar tu mente de todas esas cosas negativas que no te gustan de ti. 

Esto crea una sensación constante de correr contra el tiempo, como si hubiera un tictac persistente en el fondo que te recuerda la carrera que no has ganado. Como una bomba a punto de estallar, que no te deja disfrutar del presente. 

Recuerda que sólo tú puedes decidir si disfrutas tu vida o no. Como en Soul de Disney Pixar, posiblemente te llenes de presiones y cuando realmente vivas tu sueño, ni siquiera vas a reconocerlo ni a disfrutarlo. Aprende a disfrutar aquí y ahora de las pequeñas cosas, a observar los mínimos detalles y a parar. La vida es hermosa con o sin grandes logros, así que es tiempo de disfrutarla. 

Autojuicio

Todos en algún momento han tenido una plática cruel consigo mismos. Esa vocecita que repite todos los errores que has cometido y que es un constante regaño de lo que te falta por hacer o lo que no hiciste bien. Pero vivir con esta voz diariamente, puede ser un verdadero tormento. 

Claro está que nadie es perfecto, que todos cometen errores grandes o pequeños y que es difícil enfrentarse a ellos y, sobre todo, hacerse responsable. Pero si aprendes a hacerlo desde el amor propio, ese diálogo interno puede cambiar.

Cuando te encuentres en esa situación de autojuicio, detente y piensa en lo que le dirías a tu mejor amigo, a tu hijo o a alguien que aprecies demasiado. ¿Lo regañarías por su error como ahora lo haces contigo, o serías más benévolo y comprensivo?

Así como puedes ser comprensivo con los demás, debes serlo contigo; tratarte con respeto, con amor y comprensión. Debes saber que tal vez cometiste un error pero no es el fin del mundo, y hacerte responsable para arreglarlo es parte de tu crecimiento personal.

Dejar ir no es sencillo, pero requiere de un pequeño esfuerzo diario. Identifica en dónde puedes flaquear y comienza a trabajar en ello. 

Con información de Tiny Buddah

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