El año nuevo comienza a dejar de serlo. El primer mes ya está por terminar. Tantos buenos deseos... Tantas intenciones... ¿Te acuerdas? Sucede que todos esos propósitos requieren de movimiento, empeño y transformación para manifestarse. Y el primer paso es mirar hacia adentro. ¿Qué tanto trabajas en ti para que se hagan realidad? ¿Cuál es tu nivel de compromiso contigo y tu intención? ¿Qué haces cuando “te fallaste” y te descubres en la misma circunstancia, reacción o patrón que te “prometiste” no volver a repetir o que ya creías haber dejado atrás, en el “año pasado”? Tres palabras responden a estas interrogantes: continuidad de propósito. ¿Su llave? La gratitud. Agradecer que en cada momento de tu vida puedes arrojar más conciencia sobre ti, tus acciones, virtudes y áreas de oportunidad; aceptar, levantarte, retomar y continuar; adelante, siempre hacia adelante: todo el ser hacia la luz.
Sri Guru Nanak Dev Ji, cuyos pasos marcaron el sendero del Sikh Dharma, canta en su poema “Japji Sahib” (“La canción del alma”) que en este mundo hay quienes piden y piden a la Divinidad, otros se cansan de pedir e incluso unos más, se cansan de recibir. Pero el Creador nunca se cansa de dar. Y exclama: “Oh, Nanak, ¡que nunca lo olvide yo a Él!”. Esta actitud nos remite a un yoga supremo: el yoga de la gratitud.
Antes de pedir, mira a tu alrededor y obsérvate en profundidad: tienes y has tenido todo lo que requieres para cada momento de tu vida. ¿Incluso aquellos que no parecieran tan afortunados? Sí, también. La fortuna o el infortunio dependen de la percepción con que se miren y son el resultado de acciones anteriores que generaron consecuencias de la misma intensidad en sentido contrario. Son, sin juicios, lecciones o bendiciones. Cuando te das la oportunidad de aceptarlas, digerirlas, agradecerlas y seguir adelante, te vuelves capaz de abrazar lo que el universo tiene para ti, asumir tus responsabilidades y afrontar sus consecuencias, con la certeza de que cada vivencia nos hace crecer.
Tener una actitud de gratitud desde que inicia el día hasta el fin de la jornada te permite hacer conciencia de una vibración que te sostiene, te impulsa a realizar todo lo que te propones y que palpita en tu interior: la voz de tu alma en combinación con tu fuerza de voluntad. Pero también las relaciones interpersonales, el trabajo en equipo, los lazos familiares, amistosos, sociales y amorosos son vibraciones aliadas que nos conectan y ayudan a manifestar nuestras intenciones. Cuando les agradeces, te sitúas en tu lugar como ser humano en desarrollo y que si bien es completo en esencia, esta completud se potencia en el plano físico cuando reconocemos que nos debemos a los otros y aceptamos el compromiso de estar también ahí para ellos. Nos permite experimentar el don del servicio, dar; la llave para la prosperidad.
Al agradecer, le dices a Dios (en inglés, G.O.D, la fuerza Generadora, Organizadora y Distribuidora) que lo reconoces como el Gran Dador, que eres capaz de –como Él– generar, organizar y distribuir todo aquello de lo que te provee, que pones en uso tus dones y talentos, ejerces tu derecho de nacimiento: la vida como un camino para la autorrealización, aceptas el proceso en el que te encuentras y que vas a seguir requiriendo de su impulso. Al agradecer y reconocer esa fuerza vital y divina en ti, te reconoces como un canal de su prosperidad y puedes volverte la prosperidad en acción.
El maestro Yogi Bhajan nos dijo que el yoga superior es el yoga de la gratitud. Si yoga, yug, significa “unir” y la unión que propicia es la integración armónica de mente, cuerpo y alma para fluir en la vida cotidiana, al agradecer nos conectamos con nuestro ser infinito y nos reconocemos como seres de amor y de generosísimo corazón.
Estos son algunos apuntes para practicar el yoga de la gratitud. No se requieren contorsiones deslumbrantes, solamente el balance entre un corazón flexible (cuarto chakra), una garganta de habla sincera (quinto chakra) y atención consciente (sexto chakra), para que llenos de embeleso y en espíritu exaltado, podamos decir “Gracias” con todas sus letras, toda nuestra mente, todas nuestras fuerzas y todo nuestro corazón:
Al amanecer, justo cuando abras los ojos, agradece por un día más, por todas las circunstancias que ya te han sido dadas para hacer de este un día en servicio a la Creación y honrar tu existencia.
Como con cualquier tipo de yoga, el yoga de la gratitud se realiza paso a paso y poco a poco se adquiere la maestría. Practícalo día con día y observa los cambios. Mantente y mantén tu intención, que todo tu ser vibre en estado de gracia y tu vida se vuelva un canto de alabanza al Creador, la Creación y a ti, en quien palpita su luz infinita. Y al saberte parte de Él y de Ella, agradece, nada más; respira, agradece, disfruta y confía, que nunca se cansa de dar.
Sat Nam.