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Domina el arte del no hacer

Febrero 25, 2016

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Los días de nuestra vida pasan mientras vamos del hogar, al trabajo o la escuela y un sin número de compromisos sociales, al tiempo que tratamos de resolver una lista de pendientes sin fin. El ruido, la contaminación visual y el uso constantes de celulares y computadoras con frecuencia nos hacen sentir sobre estimulados. Sin embargo para quienes tienen vidas ocupadas y activas relajarse puede ser un gran reto.  Pues frecuentemente aunque la acción haya terminado, la mente continúa resolviendo los pendientes, planteando escenarios posibles, experimentando los sentimientos de todas las posibilidades e intentando verbalizar las emociones. Lo cual es simplemente agotador. 

 

Por esta razón es necesario conservar el balance entre la acción y la inacción, entre los momentos en los que intentamos y aquellos en que aceptamos o nos rendimos frente a lo que es.  Desde la perspectiva de la filosofía taoísta el universo en si funciona de manera armónica y el camino a seguir es integrarnos a ese flujo armónico de la vida, en lugar de crearlo deliberadamente o forzarlo. Sin embargo, el entendimiento de las fuerzas cósmicas y cómo funcionan requiere de quietud y observación. Este concepto de inacción o wei wu wei no implica la anulación del ser sino su integración a la armonía universal.  El sabio taoísta, Lao Tse lo expresó de la siguiente manera:

 

 “No hacer nada es mejor que estar ocupado no haciendo nada”. 

 

Una parte importante de la meditación formal es dejar que los pensamientos pasen sin tratar de retenerlos, abundar en ellos o rechazarlos. Básicamente sin forzar nada. Lo cual implica un cambio de paradigma diametralmente distinto, ya que la creencia que domina a la sociedad actual es que sólo logramos cosas tras mucha manipulación y esfuerzo. 

 

Además relajarnos y dejar que simplemente suceda lo que tiene que suceder puede hacernos sentir muy vulnerables. Y esta es una de las razones por la cual frecuentemente lo evitamos. Pero después de un tiempo, si permanecemos tranquilos y atentos podremos experimentar como nuestra sensación del tiempo cambia y todo se vuelva más lento, tanto que a veces pareciera estar suspendido mientras contemplamos cada instante con contento y sencillez.

 

Esta paz meditativa no es exclusiva del taoísmo; la tradición budista también la ha cultivado y da el nombre de samatha a las prácticas cuyo fin es proporcionar calma a la mente. Como expresa el monje Ajahn Brahm en su libro “Midfulness, gozo y más allá: un manual para el meditador”:

 

“La meta de esta meditación es un hermoso silencio, quietud y claridad mental”.

 

Fuente: Timewheel

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