El zen es una secta de budismo mahayana que se origina a partir de las enseñanzas del mítico monje Bodhidharma, quien viajó en el "barco de la doctrina" a China a buscar discípulos y difundió ahí el "chan", lo que en sánscrito se conoce como "dhyana" y que puede traducirse como "meditación" ("zen" es la versión japonesa de esta palabra). El zen entonces tiene esta vinculación esencial con la meditación, con sentarse a meditar ("zazen") y con lograr el estado meditativo del "samadhi" de una manera fluida y uniforme en todos los actos de la existencia. Se suele decir: "antes de la iluminación:" cortar madera y acarrear agua; después de la iluminación: cortar madera y acarrear agua". Bodhidharma dijo que el chan o el zen "no depende de las palabras o las letras; se transmite aparte de las escrituras; apunta directamente al corazón del ser humano, viendo la propia naturaleza, haciéndose como Buda".
Debemos de mencionar que el zen, que claramente encuentra su máxima refinación en Japón, pero toma de su paso en China una veta del misticismo taoísta, ligada estrechamente a la contemplación y aprendizaje de la naturaleza y a las paradojas de los grandes maestros taoístas con las que se busca romper con el pensamiento lógico discursivo y crear una especie de choque racional. Un ejemplo de esto es el famoso koan: "Si encuentras a Buda en el camino, mátalo". Sobra decir que no hay que tomar esto literalmente. Si no un poco de la misma manera que en Tao te king se dice: "El Tao que puede ser nombrado no es el eterno Tao", esto es un llamado a ir más allá de todo concepto... y seguir practicando.
Para formarnos una imagen más clara, recurriremos a partir de aquí a las explicaciones que hace el D.T. Suzuki, el gran puente entre Oriente y Occidente, el profesor japonés considerado en su momento la más grande autoridad en budismo zen en el mundo académico occidental, y a quien le debemos en gran medida la forma cristalina con la que el zen se popularizó en la mente occidental en el siglo XX.
En su famosa obra "Ensayos sobre Budismo Zen", Suzuki explica:" Zen en esencia es el arte de ver la naturaleza del propio ser y señalar el camino desde la esclavitud hacia la libertad". La esclavitud es el sufrimiento, el ciclo de muerte y enfermedad del samsara, la libertad es la realidad, el ser mismo, la liberación de este ciclo y el gozo del espacio en su naturaleza libre como despliegue creativo infinito. "Al hacernos beber directamente de la fuente de la vida, [el zen] nos libera de los yugos que usualmente padecemos como seres finitos en el mundo", puntualiza Suzuki.
El zen reconoce que el mundo con su ruido e intranquilidad, con el sufrimiento y el estrés que vienen de la ignorancia, nos deja en un estado un tanto deplorable si no tenemos una buena práctica. Por esto es necesario cultivar una mente clara y un cuerpo energético, para lo cual es esencial la disciplina del zen. "El zen libera y ordena las energías que naturalmente tenemos, las cuales ordinariamente están acalambradas y distorsionadas por lo que no encuentran un canal adecuado de actividad". De manera muy sencilla, el zen parte de la idea de que en una mente turbia se refleja una realidad turbia por lo cual hay que pulir el espejo y hacerlo límpido como el cielo abierto (que es la metáfora del mente iluminada). Así, como muchas otras tradiciones filosóficas, nos dice Suzuki que el zen también busca "abrir un 'tercer ojo', como los budistas lo llaman, a la región hasta antes ni siquiera soñada y alejada de nosotros por la ignorancia". Esta visión depurada, corregida y aliada con los mismos fenómenos (ya no desde la tajante división entre sujeto y objeto) hace que "la infinitud de los cielos se manifiesten, vemos ahí por primera vez hacia la naturaleza de nuestro propio ser".
El zen siendo eminentemente práctico se ofrece como una herramienta para eliminar la primera verdad de las cuatro nobles verdades enunciadas por Buda, que el mundo es sufrimiento, pero el zen tiene la iluminación de saber que este sufrimiento puede ser cesado a través de una disciplina que puede parecer férrea cuando se escuchan algunas anécdotas de los maestros zen que golpean a sus alumnos para que entiendan o que son capaces de cortarse una extremidad para practicar el dharma (como uno de los alumnos de Bodhidharma), pero que en realidad es una disciplina de relajarse hacia la realidad, de eliminar la oposición y el conflicto entre el ser y los fenómenos que ocurren.
Suzuki ahonda en la solución que ofrece el zen, donde se propone apelar directamente a los hechos de la experiencia personal y no al conocimiento que viene de los libros. La naturaleza del propio ser siendo donde aparentemente ocurre la furia y la lucha entre lo finito y lo infinito puede ser aprehendida por una facultad más alta que el intelecto". El zen en cierta forma nos pide vaciar la mente para que esa facultad más alta que el intelecto pueda resolver calmádamente el conflicto, el cual es sólo aparente. "Por experiencia personal se quiere decir llegar a los hechos de primera mano, sin intermediarios". Entendemos que debemos de salvar el abismo que nos divide de las cosas, la percepción dualista que es una de las raíces del sufrimiento. Es por esto que el zen busca que los alumnos tengan experiencia directas no discursos sobre la iluminación. La luz de la realidad, el nirvana, la liberación, o como quiera llamársele, existe en el mundo cotidiano, en la correcta percepción de las cosas. "La salvación debe buscarse en lo finito mismo, no hay nada infinito aparte de las cosas finitas... el nirvana en medio del samsara".
Para concluir, una bella imagen que nos narra Suzuki sobre la integridad absoluta que existe entre la realidad y la ilusión, la luz y la oscuridad, una no-dualidad radical:
"Como los textos budistas dicen, la oscuridad de una cueva se convierte a sí misma en iluminación cuando un antorcha de visión espiritual se enciende. Pero no es que una cosa que se llama oscuridad primero se saque y luego se introduzca otra cosa que se llama iluminación, sino que la oscuridad y la iluminación son substancialmente una y la misma desde el principio; el cambio entre la una o la otra ha ocurrido sólo de manera interna o subjetiva. Es por ello que lo finito es lo infinito y viceversa. No son dos cosas separadas, aunque estamos tentados a concebirlas así intelectualmente".
Twitter del autor:@alepholo