El invierno ha llegado: la estación más fría del año, la que tiene días más cortos y noches más largas, la temporada en la que pareciera que todo en la naturaleza duerme, como si hiciera una pausa con el fin de reunir la energía necesaria para resurgir en todo su esplendor durante la primavera.
Esta estación, que abarca el fin de un año y el inicio de uno nuevo, es una época de paz y descanso, en la que las plantas y los árboles que perdieron sus hojas a lo largo del otoño permanecen así durante el invierno, mientras que muchas especies de animales hibernan para conservar sus reservas de energía ante la falta de alimento disponible.
Aunque el ser humano no necesita hibernar, el clima de esta temporada invita más a quedarse en casa, a guarecerse y estar en familia; mientras que el ambiente invernal, que en el hemisferio norte coincide con el espíritu de paz y reflexión de la Navidad y el fin de año, hace de esta estación un momento propicio para la introspección.
Así, espiritualmente, la quietud que caracteriza al invierno te puede ayudar a crear un espacio interior de conexión contigo mismo, para meditar, reflexionar, hacer un balance de lo ocurrido en el año, analizar los aprendizajes que puedes obtener de tus errores, agradecer por tus logros y todas las cosas buenas que han sucedido y establecer metas para el futuro.
Al igual que el sol que renace en el solsticio de invierno, nacen nuevas posibilidades dentro de ti en esta época del año. Así que si quieres cambiar algo en tu vida, este es un buen momento para trabajar en ello, ya que el invierno es una época ideal tanto para cerrar ciclos como para planear nuevos comienzos.
El solsticio de invierno celebra las horas más largas de oscuridad o el renacimiento del sol y se cree que posee una poderosa energía para la regeneración, la renovación y la reflexión. Así, el invierno es un momento de energía tranquila, donde tienes la oportunidad de mirar dentro de ti mismo y concentrarte en lo que quieres y necesitas.
Es un momento para establecer metas e intenciones para el próximo año, para examinar y dejar atrás el pasado, para hacer cambios dentro de ti mismo, reflexionar y recrearte, para así tener un despertar personal que te ayude a crecer y ser quien deseas ser.
Durante este invierno, procura dedicar un tiempo al autoanálisis, la reflexión, el desapego y la gratitud. Toma al menos 1 hora y dedícala sólo para ti. De preferencia, realiza este pequeño ritual a oscuras, o con los ojos cerrados.
Apaga tu celular y cualquier otro dispositivo que pueda distraerte, siéntate en un lugar y una posición que te resulten cómodos y concéntrate en el ritmo de tu respiración.
Piensa en tu pasado. ¿Qué hay ahí que afecta lo que eres actualmente? Libera las ataduras que te anclan a él, deja ir el dolor, perdona a quien te haya lastimado y perdónate a ti mismo por tus errrores, por lo que has hecho que te ha afectado a ti mismo; aprende de lo malo y déjalo ir. Y también, agradece lo bueno y atesóralo en tu corazón, con todos esos recuerdos que al traer de vuelta a tu memoria te roban una sonrisa y arropan tu alma con calidez.
Piensa en tu futuro. Pregúntate quién quieres ser el próximo año y los años que le siguen; hacia dónde quieres ir y qué quieres lograr en el corto, mediano y largo plazo; también piensa qué tienes que hacer y qué debes cambiar para lograrlo. Este es un buen momento para establecer propósitos, metas y objetivos claros y realistas para el año que está por iniciar.
Y lo más importante: piensa en tu presente, cómo es tu vida actual, qué de ella te gusta, qué te molesta, qué agradeces. Piensa en ti mismo, quién eres, qué te define, cómo te tratas, qué tan compasivo eres contigo, qué tal está tu amor propio, qué tanto te aceptas, te respetas y te quieres. ¿Hay algo que trabajar en estas áreas? Ahora es el momento de identificarlo y empezar a hacerlo.
También trae a tu mente a esas personas valiosas que actualmente forman parte de tu camino; agradece por su compañía, por su apoyo y por todo lo bueno que aportan a tu vida y a tu crecimiento personal. Y además de hacerlo mentalmente, sería bueno que en estas fechas se los hicieras saber, ya sea en persona y de viva voz, o mediante un mensaje de gratitud.
Una vez que termines con ese recorrido reflexivo por tu pasado, presente y futuro, mantén tus ojos cerrados un momento más mientras respiras pausada y rítmicamente. Luego, cuando te sientas listo, abre tus ojos poco a poco y agradece a la vida y a ti mismo por el momento de introspección que te acabas de regalar.
Y ahora sí, disponte a poner en práctica todo aquello que en esos minutos de meditación llegó a tu mente y a tu corazón, para hacer de ti una mejor persona, para trabajar en tu bienestar y estar en equilibrio en todos los aspectos: cuerpo, mente, emociones y espíritu.
¡Feliz invierno y feliz cambio de ciclo!