Normalmente tendemos a vivir como si tuviésemos seguros el hoy y el mañana y curiosmente esta forma de vida inconsciente puede hacer que desaprovechemos el hoy para realmente evolucionar y trascender en nuestro camino.
La vida pareciese mágica cuando nos pone una y otra vez lo que tenemos que trabajar, sin embargo, nos seguimos distrayendo en la ilusión que nos han hecho creer de esta realidad, en lugar de ver las oportunidades que tenemos para crecer o sanar alguna relación.
Cuando se nos presenta alguna situación incomoda o alguien con quien chocamos puede ser una gran oportunidad para sanar, aprender o crecer.
Lo curioso es que cuando esto sucede tendemos a mirar hacia otro lado, preferimos ir en automático a lo conocido y no pararnos a observar y sentir aquello que hay que trabajar.
Por alguna extraña razón, al ser humano no le gusta sentirse imperfecto o darse cuenta de que le falta mucho por crecer. Prefiere estar en su zona de confort y en lo que le hace sentir bien. Y con eso pierde una súper oportunidad de crecimiento que al final lo llevará a sentir mucho más alegría y paz en su corazón.
Siempre he dicho que el mejor maestro es la persona que te cae más mal o menos toleras. A nuestro ego le cuesta trabajo creer que atrás de eso se esconde una gran sabiduría y el aprendizaje perfecto. Nuestro ego de nuevo nos bloquea un verdadero regalo escondido en lo que más odiamos, en lo que más nos cuesta y en lo que creemos que puede ser lo más lejano, aún cuando en realidad podría estar más cerca de lo que realmente somos en el fondo.
Un ejemplo de esto lo encontramos en la familia. El que tiene el privilegio de tener algún hermano se dará cuenta de que tiene la otra parte de la moneda en su misma casa. Este ser humano, hijo de los mismos padres, puede ser tan distinto y, al mismo tiempo, uno de los verdaderos regalos que nos da la vida.
Si nos abrimos a permitirnos ser eso que creíamos imposible, alcanzaremos el verdadero crecimiento personal. Al final, veremos que son infinitas las posibilidades que tenemos para SER en este cuerpo, que no tenemos límites y que lo que nos determina no está en nuestra cabeza ni en la de otros, sino en las infinitas posibilidades que tenemos para ser, sentir y actuar.
No solo tenemos un camino y una forma de ser...
Al entender esto, el juicio a los demás saldrá sobrando, porque sabemos que eso que nos disgusta del otro está también en nosotros mismos. Esa posibilidad de ser y sentir está en mi. Y eso que veo en el otro es solo el reflejo de lo que yo puedo ser.
Ahora tengo un respeto mucho más profundo por mi infinito yo y por tu infinito tú. Y a pesar de que es probable que las circunstancias de la vida va a hacer que nos inclinemos por una forma de ser que por otra, en el fondo todo tenemos infinitas posibilidades de ser, sentir y actuar.
Si todos pudiéramos entender porqué el otro piensa y actúa de esa forma, entenderíamos que posiblemente nosotros pensaríamos o actuaríamos de manera similar y que adentro de cada uno se encuentran las mismas reacciones, sólo son distintos los gatillos que las disparan. Por ende, podemos ser más tolerantes con nosotros y con otros. ¿Y si existesen formas diferentes que quisiese experimentar? Recuerda, tu mejor maestro está frente a ti, es ese espejo, esa persona que te mueve y te incomoda, y que tiene algo muy pero muy importante que enseñarte.
Namasté