Gracias a las redes sociales esta es la primera vez en la historia de la humanidad en la que todos los que pertenecemos a una comunidad somos al mismo tiempo actores-espectadores. Producimos contenido sobre nosotros y nuestras vidas al mismo tiempo que consumimos el contenido de los demás. Sin embargo, ¿cuánto de lo que posteamos en redes sociales viene de un momento de genuina felicidad y cuánto es "fabricado" para que se vea bien en nuestros perfiles? ¿Puede ser que la preocupación por tener las mejores fotos de tus vacaciones te impida disfrutarlas?
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Lo que más nos gusta de compartir en redes sociales es la inmediatez de la retroalimentación: muchas veces no ha pasado ni 1 minuto desde tu última actualización cuando ya obtuviste algunos likes y reacciones. Eso se siente bien; nos hace sentir vistos, valorados. Pero esa sensación es efímera, pues a las pocas horas dejamos de obtener respuestas y comenzamos a sentirnos ansiosos, volvemos a postear y el círculo inicia de nuevo. Suena parecido al efecto de una droga, ¿verdad?
Es por eso que te sugerimos realizar un ejercicio que te permita desintoxicarte y, al mismo tiempo, conectar contigo mismo de una manera mucho más profunda: durante este periodo de vacaciones, cada vez que desees compartir un contenido en redes sociales anótalo en un diario íntimo; notarás una enorme diferencia entre lo que en realidad estás sintiendo y cómo lo hubieras puesto en tu perfil.
Poco a poco irás viendo que tus experiencias se vuelven más honestas y que te permites explorar partes de tus emociones que regularmente hubieras ignorado pues no generan tantos likes. Tómate tu tiempo para anotar y reflexiona sobre las situaciones (en lugar de correr a dar la primera impresión, como lo hubieras hecho en las redes); puedes agregar dibujos, recortes e incluso objetos que te recuerden ese momento. Al final obtendrás un hermoso recuerdo de esa temporada, mucho más enriquecedor, profundo y duradero que tus posteos.
¡Atrévete!
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