Hay dos lados del yoga: por una parte se considera que la práctica de posturas brinda muchos beneficios para nuestra salud; por otra parte, existe cierto recelo frente a la posibilidad de sufrir lesiones realizando algo que se supone debería ser revitalizador. Si la tensión entre estos dos aspectos del yoga te preocupa este texto puede ayudarte a adquirir una perspectiva más amplia con respecto a porqué o cómo es que ocurren estas lesiones y qué puedes hacer al respecto para prevenirlas.
Primero que nada es importante mencionar que toda actividad física conlleva riesgos que debemos conocer. Entre más sepas sobre el yoga, mejor podrás discernir al respecto y en este sentido, debes elegir una práctica de yoga adecuada a tu estado físico y mental y que empieces por lo básico. Si quieres saber más sobre los estilos de yoga puedes ver lo que publicamos al respecto. Este punto no debe ser tomado a la ligera, las lesiones le pueden ocurrir también a los practicantes experimentados. Con respecto a la posibilidad de sanar o lastimarse a través de la realización de las posturas, la editora de una reconocida revista de yoga, Kaitlin Quistgaard describió en algún momento cómo fue que se lastimó el manguito rotador, que es el nombre del sistema de músculos y tendones que mantienen estable el hombro, durante una clase.
“He experimentado cómo el yoga puede sanar. Pero también he experimentado cómo puede lastimar y he escuchado lo mismo de muchos otros yogis”.
Ahora veamos cuáles son algunas de las razones detrás de las lesiones al practicar yoga.
1. El cambio demográfico de los practicantes.
Como hablamos con anterioridad el yoga surgió en India, a las faldas del Himalaya y fue desarrollado con variantes por distintas culturas del oriente. Su llegada a occidente es relativamente reciente y aunque la práctica de posturas de yoga ha adquirido mucha popularidad, históricamente se podría decir que está en un nivel seminal, o inicial. En las culturas orientales, las personas pasan tiempo en posturas que no son usuales para los occidentales, por ejemplo en estos países suelen sentarse con las piernas cruzadas o en medio loto o loto completo desde que son niños. Así que internarse en posturas de yoga de alguna manera es como crear extensiones de posturas adoptadas desde la infancia. En los países occidentales las personas se sientan en sillas y los habitantes de las urbes llevan vidas cada vez más sedentarias. Esto hace una gran diferencia y es crucial entenderlo, aceptarlo y trabajar poco a poco con nuestros cuerpos para expandir sus posibilidades.
2. La formación de los maestros.
El boom del yoga en occidente ha propiciado que se abran más escuelas y la demanda de maestros ha incrementado. Son muchas las personas que desean compartir su entusiasmo por esta práctica. Sin embargo, la enseñanza del yoga fuera de la India se ha tenido que adaptar las culturas de otros países. En India todos tienen un gurú o maestro espiritual desde niños, pero en occidente el yoga no es algo que se transmita de esa manera. Busca un buen maestro, no todos los instructores tienen el conocimiento necesario para detectar cuando los alumnos están en camino a lastimarse. Infórmate sobre su formación y prueba.
3. No creas que todo se trata de vencer tu ego.
Vencer tu ego no es el único factor involucrado para lograr una postura. Es en serio. Tu cuerpo también necesita una preparación adecuada. Centra tu atención en los detalles de cada acción que implica cada asana los principios de alineación, la unidad entre respiración y movimiento. También el orden de las posturas es importante, cada secuencia debe ser planeada con cuidado.
4. La impaciencia.
Intentar correr sin antes haber aprendido a estar de pie puede tener serias consecuencias. Como mencionamos en el punto 1, el progreso debe ser gradual. Si te das cuenta que la impaciencia o una competitividad mal asimilada se apoderan de ti en las clases de yoga. Detente un momento y reflexiona al respecto ¿qué quieres demostrar? ¿a quien? ¿para qué? Date cuenta de qué es lo que te dice tu ego. Porque en este caso sí se trata de él.
5. La falta de una evaluación apropiada de nuestro estado físico.
Es verdad que ciertos tipos de yoga se recomiendan con frecuencia para ayudar con alguna lesión o dolencia. Pero, lo primero que necesitas hacer en este tipo de casos es realizar una evaluación fidedigna de tu estado físico. Esto implica que si tienes una lesión o enfermedad, debes hacerte estudios o radiografías, ir al doctor e informarte lo mejor que puedas sobre tu condición. Luego, es fundamental que se lo hagas saber a tu instructor. Esto también es relevante si has llevado una vida sedentaria durante mucho tiempo. En clase no empujes tus límites demasiado, evita hiper extender tus músculos o tendones. También recuerda que finalmente tu maestro de yoga puede hacerte recomendaciones pero no es médico y no puede darte un diagnóstico.
6. La distracción.
La mayoría de las lesiones que ocurren mientras hacemos yoga están relacionadas a la falta de atención. La solución a esto es cultivar la consciencia plena (o midfulness). Nuestras mentes están acostumbradas a distraerse y hemos ido perdiendo la capacidad de concentrarnos. Esto puede remediarse con una práctica meditativa. Así que considera tomar algún curso o clase de meditación para complementar tu práctica de posturas (asanas). Mientras las realizas pon atención a tus umbrales de dolor y atiende a lo que te dicen. Más vale prevenir…
7. La falta de integración del principio de no violencia, para con nosotros mismos.
Ahimsa es un término en sánscrito que se refiere al concepto de no-violencia y respeto a la vida. Es una forma legítima de crear paz en uno mismo y con otros seres. Pero lo fundamental es que empieces contigo mismo. Como sociedad aún tenemos mucho que entender sobre el amor, pero puedes comenzar trabajando con tu autoestima y no violentándote. Ser considerado con tu cuerpo durante la práctica de yoga puede ayudarte a profundizar en este sentido.
Como muchos otros aspectos de tu vida, tu práctica de yoga se beneficiará de qué tanto te eduques al respecto. Entre más sepas sobre ello, mejor equipado estarás para tomar decisiones y reconocer qué es lo más adecuado para ti en cada momento de tu práctica. La vida misma tiene riesgos, pero nuestro compromiso puede ser presentarnos alertas, conscientes y con entusiasmo todos los días aceptando las sorpresas que el misterio de la vida nos otorga. Finalmente, eso también, es parte del yoga.
Fuente: NY Times