Hoy, 21 de junio, es el Día Internacional del Yoga. La relevancia de esta práctica es enorme, pues se concentra en mantener tu cuerpo, tu mente y tu espíritu en equilibrio con el mundo exterior. Sus beneficios se extienden más allá de la fortaleza física y la flexibilidad.
Sin embargo, es normal que para quien nunca lo ha practicado existan decenas de dudas e interrogantes sobre por dónde empezar. Es natural que al principio pienses que el yoga es demasiado difícil o que no alcanzarás un nivel medianamente cercano a lo que has visto alrededor. Pero como en toda disciplina, en el yoga se avanza según tu cuerpo y a tu propio ritmo. Algo fundamental a saber es que el yoga es para todos y para todo tipo de cuerpo. Lo importante es encontrar el que se adapte a tus posibilidades y necesidades.
Si últimamente has pensado que te gustaría practicarlo y nunca has tenido un acercamiento tangible, no te preocupes, aquí están los cinco tips fundamentales para crear una base de preparación que hará más sencilla y amena tu primer clase.
1) No hay prisa. Es muy importante no presionarte ni apresurarte a realizar las posturas. Al principio quizá te cueste trabajo, pero es completamente normal. Evita llevar tu cuerpo a sus límites, o podrías lastimarte. Todo llega a su tiempo, ve a tu propia velocidad y entiende cómo se comporta tu cuerpo ante esta nueva experiencia. Gradualmente notarás el avance y la adquisición de fuerza y flexibilidad.
2) No te concentres en cómo te ves, sino en cómo te sientes. Por lo general, al comienzo quizá sientas que te ves “torpe” o demasiado rígido en ciertas posiciones, pero eso no debe importarte. Nadie está para juzgar tus posibilidades ni cómo luces. Confía en tu intuición y sé paciente con tu cuerpo y tus movimientos. El glamour no forma parte de esta disciplina.
3) En clase aprendes y en la vida pones en práctica. Todos los conocimientos que aprendes llegan más allá de las clases, se extienden y transmiten a tu vida cotidiana y están ahí para que los apliques en todo momento. La templanza, la reflexión, la meditación, la disciplina y la compasión son conceptos que aplican 24/7 y que no sólo cambian la manera en que te relacionas con tu cuerpo sino, también, tu relación con el resto del mundo.
4) No olvides respirar. Parte fundamental del yoga: la respiración. Hacerlo correctamente tiene beneficios directos en el manejo del estrés, la relajación, la oxigenación celular y, por supuesto, en tu bienestar y felicidad integral. El pranayama se enfoca en el control de la respiración, así que explora tus capacidades y conócete mejor.
5) Si aún no puedes hacer una postura, medita. Habrá ocasiones en que te enfrentes a posturas que por el momento no podrás hacer, pero eso no significa que no puedas continuar la sesión; en estos casos puedes ponerte en flor de loto y meditar, concentrar tus energías en esa parte de tu cuerpo que necesita fortalecerse y alcanzar mayor flexibilidad. El yoga tiene que ver con la concentración de la energía mental, dirigida hacia los lugares que necesitan trabajarse.
¿Te animas de una vez por todas a practicarlo? Tomar la decisión es el primer paso, y qué mejor momento que hacerlo ahora, en el Día Internacional del Yoga 2018.