Para sentirse cómodo y apapachado, nada como tener un plato de sopa calientita entre las manos. Afortunadamente, puedes tener una comida deliciosa, completa y siempre disponible si congelas la sopa. Así puedes ahorrar tiempo y tenerla para varios días y hasta por meses. Congelar la sopa es una de las mejores formas de evitar el desperdicio y tener un plato saludable y fácilmente disponible.
Hay muchas formas creativas de garantizar una longevidad óptima de las sopas en el congelador. Algunos expertos comparten las mejores formas de congelar y descongelar éste alimento para ayudar a conservar el máximo sabor y nutrición.
La sopa es un alimento básico en la mayoría de las culturas a nivel mundial por una buena razón: pueden contener ingredientes ricos en nutrientes que cuando se cuecen a fuego lento tienden a ser más fáciles de digerir y, al mismo tiempo, conservan su máximo valor nutricional.
Es también una buena opción para consumir más vegetales, es fácil de cocinar, comer y, sí: también de congelar. Ingredientes, sabores, texturas, proporciones, técnicas de cocción, métodos de almacenamiento: el cielo es el límite cuando se trata de sopa. Su amplia variedad y versatilidad la convierten en un alimento inigualable.
Antes de empezar a cocinar sopa para congelarla, debes considerar recipientes de almacenamiento aptos para aprovechar este método. Lo ideal es contar con algunos contenedores que puedan soportar el frío sin agrietarse ni romperse, particularmente durante cambios rápidos de temperatura.
Es igualmente importante elegir tamaños de envases que se adapten a tu estilo de vida y al número de porciones que requieres, dice Maggie Moon, autora de The MIND Diet: "Si es una sola persona, recalentar una o dos porciones de un recipiente pequeño, tiene más sentido que tener que recalentar seis porciones de un recipiente más grande para una sola comida".
Algunas de las mejores opciones para congelar la sopa son:
La sopa puede durar entre 3 y 6 meses en el congelador, según los ingredientes con los que esté preparada. Los caldos, guisados y sopas a base de verduras tienden a durar más que los lácteos o los hechos con carne, por lo que siempre es útil vigilarlos después de unos meses congelados. Si se ven, huelen o saben mal, no dudes en desecharlos.
Un consejo útil: etiqueta los recipientes con la fecha y los ingredientes de la preparación para ayudarte a darle seguimiento a tus comidas congeladas, así podrás hacer tus propias anotaciones y sabrás cómo se comportan los lácteos al descongelarlos, cómo es la textura de las verduras o si su aroma queda intacto.
También puedes hacer la base para algunas sopas porque, por ejemplo, congelar pasta puede no ser una buena opción. Lo mejor es congelar el líquido y agregar la pasta previamente cocida al momento de recalentar para obtener la mejor textura. Los almidones tienden a absorber líquido mientras están congelados y se vuelven blandos después de recalentarlos. Otros ingredientes con almidón también aplican para éste consejo; por ejemplo, será mejor agregar la papa fresca después de descongelar la sopa base.
Con información de mindbodygreen
Foto de portada: Unsplash