La mayoría de las religiones del mundo tienen entre sus estatutos cuidar de la salud y rechazar los vicios y comportamientos adictivos, por lo que siempre se han asociado con estilos de vida saludables. La psicóloga e investigadora Olga Stavrova ha ido un paso más allá presentando un estudio en el que concluye que las personas religiosas tienden a vivir más y son más saludables.
Basándose en un corpus de 59 países y tomando en cuenta los diversos factores socio-económicos, el estudio demuestra que la fé y la vida espiritual están profundamente ligadas a la salud física y mental puesto que los países en los que la religión es "una norma social" son los que obtuvieron resultados de ciudadanos más longevos y sanos.
Estos resultados podrían deberse a que está demostrado que llevar una intensa vida espiritual tiene como consecuencia una baja en los niveles de estrés cotidiano. Si consideramos que la principal causa de mortalidad en el mundo son las enfermedades cardiovasculares asociadas al estrés podemos explicar fácilmente estos resultados.
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