Si no has visto Gambito de dama, corre a verla a Netflix y después lee esta columna; créeme, no te arrepentirás y te evitarás los spoilers que aquí puedes encontrar. Checa el tráiler en este video:
Para todos ustedes que siguen aquí y que seguramente ya vieron la serie, déjenme decirles que no hablaré de la “propuesta feminista del siglo”, porque la misma Beth no le daba importancia a esto; para ella, hombres y mujeres estaban más allá de lo que realmente le interesaba, que era jugar ajedrez.
Lo que amé de esta serie es el planteamiento central: puedes tener a una mujer extraordinariamente buena para jugar ajedrez, totalmente intuitiva, brillante a niveles inimaginables y, sin embargo, su peor enemigo es ella misma.
Ver esta serie me recordó al Tony Stark de los cómics, no la versión PG 13 que nos regala Disney con las películas, sino al borracho con problemas internos graves, que muchas veces no sabe ni cómo solucionar su vida, debido a los grandes problemas emocionales que tiene.
Beth es igual a él en diversos aspectos; es una mujer extraordinaria, que emocionalmente está ciclada en una historia interminable relacionada con la locura de su madre, pues una y otra vez, las escenas de su madre fuera de la realidad llegan a ella. Es por eso que se droga para ver las piezas, porque eso la acerca a su madre, la acerca a ser como ella: un genio, y también la acerca a la locura.
Como podrán ver, amé la serie y sobra mencionar la maravilla de dirección que tiene, así como el extraordinario uso de la música y sus letras para contarte las vivencias internas de su protagonista.
Fuera de eso, quiero enfocarme en la temática central, que es maravillosa, porque da el mensaje de que no importa el genio que seas, si tienes problemas emocionales, tu genialidad se verá comprometida e incluso opacada.
Eso es algo que a muchos de nosotros nos pasa, es la razón por la cual muchas personas se “sabotean” cuando van bien en algo y de repente su contexto cambia. Esa es la razón por la cual, la primera vez que Beth duda en el abierto de Estados Unidos, pierde. Dudó de sí misma y sintió miedo, y eso la llevó a sentir que no podía; todas estas sensaciones pueden ser vividas e incluso es posible aprender de ellas, pero cuando no las entiendes ni las sientes, hacen que tu genialidad se vea mermada.
Ahora lo sabes: muchas veces, lo que tú piensas que quizás sea “sabotearte” puede ser simplemente que no sabes cómo tratar tus emociones; y entonces, en el momento donde más esperabas hacerlo bien, ese mal manejo emocional provocará que quieras quitarte el miedo o evitar el dolor, o alguna de las mil variaciones que hacemos para no sentir, y ¿sabes qué va a pasar? Sí, te vas a sabotear.
Aunque en realidad no te saboteas, solamente eres necio respecto a que tus emociones pueden ser controladas con tu mente, y en vez de ponerte en paz con vivirlas e incluso sacarles provecho, vuelves a caer en la misma trampa de querer controlarlas, evadirlas o reprimirlas.
La parte que más me gustó de esta serie fue cuando Beth por fin acepta la posibilidad de sentirse loca y cuando acepta su tristeza, su miedo, ese viaje al pasado, a su orfanato, al funeral de su mentor, las vivencias con su amiga y esos momentos donde ve que su madre no se había vuelto loca, sino que ella ya estaba loca.
Lo que Beth tuvo todo ese tiempo fue miedo: miedo a volverse su madre, a perderse en su mente. Aceptar que no era como su madre la libera, la ayuda a convertirse en su propia persona y al fin dejar de consumir droga para conectar con su genialidad.
¿Te has dado cuenta de cuántas veces aplazamos ese momento de dolor o tristeza? Es por eso que es importante sentir, porque suma y construye nuestra realidad, y hace que emerja, nuestra verdadera genialidad.
Y tú, ¿ya has enfrentado ese momento difícil o doloroso para poder crecer? Comparte tu experiencia en los comentarios.
Nos leemos pronto.
Fabio Valdés, de Evolución Terapéutica.
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Foto de portada: Netflix