El vino espumoso es una de las bebidas más populares y suele estar presente en todo tipo de celebraciones: fiestas de cumpleaños, festejos de fin de año, eventos de negocios y cenas románticas.
Esto se debe a su efervescencia, que resulta en una sensación agradable al paladar, así como a su sabor suave y ligeramente ácido y dulce, que lo hace atractivo y perfecto para combinar con diversos platillos.
Si eres de los que gustan de saborear un delicioso vino espumoso sin importar la ocasión, estos son algunos datos curiosos que te interesará conocer acerca de esta bebida.
Lo que caracteriza al vino espumoso es su textura burbujeante, la cual surgió como una afortunada casualidad en el norte de Francia, en el siglo XVII. Para consternación de los primeros viticultores, los vinos hechos con las uvas cultivadas en esa región se volvieron inesperadamente gaseosos y tenían un sabor ácido. Aunque eso no era lo que buscaban, decidieron probar y agregar algo de dulzura. El resultado fue el burbujeante vino espumoso que conoces ahora.
Otra de las historias en torno al origen del vino espumoso relata que, en 1600, un reconocido vinicultor francés trabajaba en su producción regular de vino blanco. Una serie de embotellado durante ese período ocurrió antes de lo habitual, así que pensó que las levaduras ya habían terminado de convertir todo el azúcar en alcohol. Pero simplemente se habían dormido debido a las bajas temperaturas.
Cuando llegó la calidez de la primavera, las levaduras despertaron y comenzaron a comer todo el azúcar sobrante, lo cual generó la producción de dióxido de carbono que no podía escapar de la botella y fue absorbido por el vino. Cuando el productor fue a verificar el estado de ese vino, descubrió que los tapones se habían salido de las botellas. Su curiosidad lo llevó a probar lo que había dentro, y el resultado le gustó mucho.
Todos los vinos pasan por el proceso de fermentación, que es como las uvas se convierten en alcohol. Lo que tiene de especial el vino espumoso es que requiere dos fermentaciones. La segunda de ellas se realiza dentro de cada botella. Se agrega la levadura, que convierte el azúcar en alcohol y libera dióxido de carbono (¡las burbujas!).
El vino espumoso puede elaborarse con todo tipo de uvas, lo que significa que puedes encontrar blancos espumosos, rosados e incluso tintos. Esta variedad también le da versatilidad a esta bebida para acompañar muchos sabores diferentes y estar presente en todo tipo de comidas, cenas y eventos.
Si abriste una botella y no la terminaste, no te preocupes, todavía puedes disfrutarlo al día siguiente. Una forma de restaurar algunas burbujas es agregar un poco de azúcar a tu copa antes de verter el vino espumoso, así volverá a verse efervescente.
Todos los champanes son vinos espumosos, pero no todos pueden llamarse champán, porque los franceses son bastante territoriales cuando se trata de nombrar. Sólo los vinos producidos en la región de Champagne pueden llevar el mismo nombre. En cuanto al resto de los vinos espumosos franceses, se les llama crémant.
Por otro lado, Italia tiene nombres según cada una de sus regiones productoras de vino: Franciacorta es la de Lombardía, Asti de Piamonte, Lambrusco de Emilia y Prosecco de Veneto.
Hay una regla no escrita que dice que los vinos espumosos deben disfrutarse en copas altas para preservar burbujas y hacer que su apariencia sea más elegante. Sin embargo, los expertos opinan que para poder disfrutar plenamente de todos los aromas de un vino espumoso, lo mejor es elegir una copa más ancha, como las que se usan para el vino tinto. Esto se debe a que su abertura es lo suficientemente ancha como para poder oler el vino de manera adecuada y disfrutar de su sabor y su aroma al mismo tiempo.
Cuando se trata de vinos espumosos, su nivel de dulzura revela el proceso y tratamiento que cada uno de ellos ha tenido, y se pueden clasificar en siete variedades según la cantidad de azúcar que contienen:
Con información de Travel Blog y Wine Tasting Ljubljana