Sabemos que los niños pequeños pueden tener un carácter volátil: inquieto y explosivo o introspectivo y silencioso, sin importar la situación en la que estén, y evidentemente esto se puede amplificar cuando se enfrentan a situaciones de estrés o ansiedad. Quedarse por unos momentos solos, no obtener los juguetes o golosinas que desean, pelear con sus hermanos más grandes, sentirse desatendidos o injustamente regañados, etcétera, suelen ser algunos de los factores más comunes para su estrés. La escuela y la convivencia con todo tipo de amigos juegan un papel importante en la estabilidad emocional y mental de los pequeños. Lidiar con ellos en etapas tempranas puede ser complejo, pero por fortuna existen algunos sencillos tips para ayudarles a superar los momentos de tensión de la mejor manera. A continuación te compartimos algunas recomendaciones:
1. Primero que nada, es importante saber que la ansiedad y los miedos infantiles son completamente normales en la etapa de crecimiento. La aparición de ciertas fobias que a los adultos podrían parecer absurdas como a la oscuridad, a los muñecos o muñecas, a la soledad, a los perros u otros animales, a la hora del baño, etcétera, son parte natural de la psique de los infantes ante estímulos extraños y nuevos y la manera de tratarlos es hablar clara y abiertamente con ellos, explicando qué es cada cosa, por qué es o funciona de esa manera y demostrando, en la medida de lo posible y sin sobreexposición, que nada de eso es capaz de hacer daño.
2. Nada ayuda más que un ambiente familiar saludable, alejado de regaños innecesarios, castigos severos y prohibiciones tajantes. El diálogo resuelve más problemas que las técnicas de castigo y recompensa. Cuando el niño se enfrente a situaciones inconvenientes para su tranquilidad sería bueno hablar para entender de dónde provienen las incomodidades. No hay que olvidar que la “terapia de choque”, es decir, enfrentar directamente al niño con el causante de su fobia para que descubra que no hay peligro, puede ser muy contraproducente en edades tempranas.
3. La terapia conductual, muy diferente a la terapia de choque, es la mejor alternativa para tratar los problemas de miedo y ansiedad, sobre todo cuando estos provienen de situaciones concretas. Enseñar al niño a expresar sus emociones y hacerle sentir que es escuchado sin ser juzgado o recriminado ayudará a que se sienta seguro y con valentía para enfrentar conflictos, al estar convencido de que la familia está apoyándolo y de que no es el único que experimenta sensaciones de estrés.
4. Hay ciertos factores que pueden propiciar o aumentar la ansiedad y el estrés en los niños, sobre todo, las peleas familiares. Como a veces las discusiones no se pueden evitar, es importantísimo cerciorarse de que el niño no es testigo de las discusiones entre padres o hermanos, sobre todo si éstas tienden a subir de tono por el carácter de los involucrados aunque no sean un problema a futuro.
5. Optar por la opción de medicación con especialistas debería ser la última alternativa. Por lo regular, los padres tienden a desesperarse pronto o preocuparse de más cuando las actitudes nerviosas o ansiosas del hijo son pronunciadas, según su criterio, sin antes haber agotado todas las posibilidades de diálogo o terapias ajenas a los medicamentos. Antes de pensar en ir con un psiquiatra, es conveniente buscar todas las opciones de psicoterapeutas especialistas en niños cuando las actitudes negativas o fóbicas tiendan a desbordarse y causar problemas en la escuela o a los amigos cercanos.
Convivir con hijos, hermanos, sobrinos e incluso alumnos pequeños siempre es un tema, más aún cuando es sobre sus miedos e inquietudes que debemos ocuparnos. Sin embargo, tomando en cuenta estos sencillos consejos tenemos un punto de partida práctico para comenzar nuestra labor de comprensión y atenta escucha, factores fundamentales en el tratamiento de la ansiedad, pues no hay nada más tranquilizante y reconfortante que saberse entendido, querido y escuchado.