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8 pasos para aprender a perdonar

Agosto 08, 2017

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La mayoría de los seres humanos deseamos tener una buena calidad de vida, sin estrés y en tranquilidad. Muchos anhelamos vivir de forma extraordinaria y, de hecho, existen recursos poderosos para lograrlo: uno de ellos es el perdón.

 

Sin embargo, perdonar no es una tarea fácil de hacer. Al contrario, cuando sentimos que alguien nos ha causado mucho daño, usualmente pensamos que esa persona no es digna de ser perdonada. No obstante, el perdón no sólo tiene que ver con la otra persona, sino con nosotros mismos. Pues cuando no practicamos el perdón somos nosotros quienes empezamos a padecer las consecuencias, ya que retener ira en nuestro corazón también nos hace daño y nos causa dolor.

 

El acto de perdonar va mucho más allá de sólo pronuncia la frase: “Estás perdonado”, dado que con esto las cosas no quedarán realmente olvidadas. Perdonar es un acto que emana de nuestra facultad de decidir y que lleva implícita una serie de pasos.

 

¿Cómo perdonar?

Debemos comprender que cuando decidimos perdonar, estamos dando también por concluido un espacio de dolor y nos estamos aventurando hacia la curación de nuestra alma. Dicho proceso no siempre requiere de días, sino que incluso pueden pasar años hasta llegar a consolidarse. Hay quienes nunca logran hacerlo.

 

Sin embargo, si has considerado que debes deshacerte de esa carga de dolor y empezar tu sanación, entonces puedes empezar por estos pasos:

 

1. Toma la decisión de perdonar: especialmente porque es un proceso que también resultará benéfico para ti. Por ello, debes concentrarte en tomar esta decisión que te permitirá liberarte del dolor, y que tú mereces. Recuerda siempre tomar tus decisiones en periodos de calma; si es necesario haz ejercicios de visualizaciones, respiratorios o de meditación.

 

2. No es necesario que la otra persona te escuche: sí, perdonar no implica necesariamente que debas ir donde se encuentra la otra persona para decir: “Te perdono”; esto es opcional. Tomar la decisión de perdonar significa que la rabia causada por una ofensa no genere daño ni molestias en tu vida.

 

3. Exterioriza lo que sientes: no es saludable tener un manojo de emociones negativas reprimidas en tu interior. Debes exteriorizar y sacar fuera todo eso que te molesta. Para hacer esto es recomendable dedicar un momento para la reflexión, estar en un espacio tranquilo e imaginar que tienes a esa persona enfrente y le estás comunicando todo lo que sientes: por qué te sientes ofendido, qué te ha dolido más, y finalmente decirle: “Yo te perdono por mi salud y mi tranquilidad”. Esto no quiere decir que vas a olvidar todo y que debes exponerte a que te hagan daño. Al contrario, como ser humano también mereces respeto. Otra opción es escribir una carta dirigida a esa persona en la cual le expresas tus emociones; esta carta no tienes por qué entregársela, solamente funciona como modo terapéutico para liberar tensiones.

 

4. Descubre tus emociones: muchas veces aparece la rabia en primer lugar, pero tras ella existen otros sentimientos que ocasionan daño como, por ejemplo, haber sentido rechazo, tristeza, una decepción o humillación. Trata de identificar eso que verdaderamente sientes. Durante este proceso vale colocarse por un momento en el lugar de quien te lastimó e intentar comprender por qué actuó de esa manera. Esto tampoco quiere decir que debas justificar sus acciones, sino tratar de darte cuenta de que no todos somos perfectos y todos los individuos pueden fallar, incluso tú.

 

5. Reconoce tus errores: cuando nos sentimos ofendidos o lastimados, muchas veces nos cuesta poder ver nuestras propias equivocaciones. Pero es momento de reflexionar sobre nuestra responsabilidad en el hecho que ha ocurrido, ya que en algunas situaciones la gente reacciona de cierta manera con base en nuestras acciones. Por ejemplo, puede darse el caso cuando tenemos demasiadas expectativas –incluso irreales– respecto a los otros, o si alguien huye de nuestra compañía porque somos tóxicos o discutimos en exceso. Primero debemos reconocer nuestros errores, perdonarnos y luego perdonar.

 

6. Libera las emociones negativas: para que el perdón entre a tu vida debe existir un espacio disponible para que entre, y esto es posible sacando de nuestro ser todas esas emociones negativas que nos impiden soltar el dolor.

 

7. Evita hacer juicios: no sometas a la condena eterna a quien te ha lastimado, pues también cabe la posibilidad de que detrás de sus actos se encuentren miedos que no supo manejar y que aunque esto no justifique su proceder, sí te puede servir para comprender por qué ha actuado de la manera en que lo ha hecho.

 

8. Cierra el capítulo doloroso: es momento que lo dejes atrás para que recibas las buenas cosas que vienen a futuro en tu vida, ya que mientras estés atado a ese momento, no podrás vivir con alegría otros momentos ni disfrutar la compañía de otras personas.

 

Lo mejor que puedes obtener de un episodio amargo del pasado es el aprendizaje, a valorarte más, a reconocer tus errores y a mejorar como individuo.

 

Al final del proceso todo será por tu bienestar, pues podrás aprender a ver a la otra persona sin rabia, y más que eso, podrás recordar el episodio sin experimentar sufrimiento. La liberación que te ofrece el perdón es incalculable.

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