En estos tiempos, resulta difícil comenzar el día con buena cara después de leer en las noticias todas las cosas terribles por las que atraviesa la sociedad y el mundo constantemente. A veces resulta abrumadora la manera en que las malas noticias se sobreponen a las buenas, o al menos eso es lo que se percibe. Incluso los pequeños problemas cotidianos como el tráfico excesivo, las fricciones del trabajo o hasta tu bolso favorito que acaba de romperse, contribuyen a que tu paz mental y espiritual no alcance un estado óptimo de bienestar.
Hay una clave para poder mantener a raya estos problemas que minan la tranquilidad: ser ecuánimes. Esto significa no negar los problemas del mundo, pero tampoco permitir que tu interior se vea afectado e imposibilitado por ellos. Practicar la ecuanimidad es un ejercicio mental, y no debe confundirse con la indiferencia. La ecuanimidad es un estado de paz y de mente abierta que fomenta un balance espiritual capaz de hacerte tomar buenas decisiones y reaccionar positivamente (y propositivamente) ante la inevitable adversidad. No hay que confundir la ecuanimidad con la neutralidad, y hay que entenderla como una conciencia equilibrada entre lo que se siente y cómo se actúa al respecto.
Un corazón equilibrado no es un corazón indiferente. Un corazón equilibrado puede sentir dolor sin condenarlo, sin bloquearse. ¿Pero cómo alcanzar esa ecuanimidad? Por medio de la meditación, con ejercicios donde abraces lo positivo de las circunstancias y rechaces aquello que te paraliza. Saber reconocer esos aspectos es parte fundamental de la configuración de las personas en balance energético.
Durante la meditación, es importante sentir que abres en la mente un espacio grande de entendimiento y aceptación. Respirar con conciencia es necesario mientras repites mantras que ayuden a entender que si bien hay cosas que no se pueden cambiar, lo que sí se puede hacer es no dejar que te afecten y paralicen. Los ejercicios de meditación y respiración tienen la capacidad de cambiar los rumbos de tus sentimientos, pensamientos y prioridades, así como de fortalecer la conexión entre tu cuerpo y tu mente. Ahí reside la clave para llegar al punto ecuánime donde aprendes a reaccionar con optimismo.
La ecuanimidad le otorga a tu corazón la sabiduría necesaria para reconocer y aceptar que las cosas son como son, y que más que cambiarlas directamente, lo que sí puedes hacer es cambiar tu forma de actuar ante ellas.