En su libro, El método catfulness, el autor Paolo Valentino sirvió como intérprete entre el mundo de la sabiduría gatuna y el de los humanos. De esta manera, publicó un programa de 7 semanas en el que refleja cómo los gatos, mucho antes que los humanos, se han convertido en expertos en las enseñanzas del mindfulness.
Mil veces se ha repetido que los gatos son independientes y poco fiables, pero nada más lejano a la realidad. Lo que pasa es que a lo largo de sus siete vidas estos pequeños aprovechan la oportunidad de acumular conocimiento para comprender qué constituye la plenitud, el contento, la serenidad y la verdadera amistad.
Su visión de la vida es bastante práctica, mas no por ello carece de ganas de dar y recibir amor; más bien, no se concentran en malgastar su corazón en alguien que los maltrate, sino que dan lo mejor de sí a quien les corresponde con el mismo gesto. De ellos podemos descubrir lo que es la entrega y la reciprocidad, así como el amor y la amistad sinceros, siempre y cuando aprendamos también a discernir cuáles son los espíritus que al recibir todo esto de nosotros lo vean con aprecio y lo valoren.
Los gatos comen cuando tienen hambre y beben cuando tienen sed. Los excesos les son ajenos, por lo que de ellos deberíamos aprender a deleitarnos en nuestras vivencias. Su sofisticación está en degustar cada bocado, mantenerse pulcros y saber escuchar a su cuerpo para reconocer qué necesita, ya sea reposo, alimento o actividad.
El secreto de la serenidad de los gatos es que viven en el presente. Es cierto que si haces algo que les moleste te mirarán unos minutos con desdén y quizás incluso elijan ignorar tus llamados para mostrar su descontento, pero los gatos perdonan y siguen adelante. Apenas te descuides, volverán a estar recostados junto a ti, descansando relajados y disfrutando tu compañía.
Su ‘aquí y ahora’ nos enseña una lección sobre no guardar rencores y buscar soluciones a nuestros problemas, en lugar de permanecer inútilmente anclados en un ‘hubiera’. Como promueve el mindfulness, el hoy es el único instante que se puede vivir y, por lo tanto, el tiempo en el que hay que concentrarnos.
Cuando algo no les gusta, los gatos saben decir "no". ¡Ojalá hiciéramos lo mismo! Al igual que ellos, debemos aprender a ser coherentes con lo que decimos, pensamos y sentimos. En lugar de aceptar hacer algo u opinar como lo hacen otros por el simple hecho de complacer o agradar, debiéramos mostrar entereza y seguridad al expresar nuestro desacuerdo con algo. Pero antes que esto, habría que apuntar que un gato dice "no" a aquello que identifica como peligroso o dañino para su bienestar, mas nunca juzga sin conocer. Primero, su naturaleza curiosa lo empuja a investigar, buscar, acercarse y reconocer, algo que también podemos aplicar en nuestras relaciones con otras personas.
Por último, los gatos saben disfrutar de la vida y no dudan en mostrar su felicidad. Nada les deleita más que una siesta bajo la luz del Sol, estirarse al despertar y las caricias de su humano que los hacen ronronear de gozo. Como ellos, podríamos aplicar estas estrategias de mindfulness felino buscando armonía con nuestro entorno, practicando técnicas de relajación como el yoga y mostrando afecto de todas las maneras posibles, pues una sonrisa, un abrazo o un “Te quiero” es tanto regalo para quien lo recibe como para quien lo da.