La vida no es fácil de ninguna manera, ni siquiera para aquellos que lo tienen todo. La vida puede ser dura, complicada, triste y cruel muchas veces, y aunque depende de ti y sólo de ti salir adelante, también hay ocasiones en las que es válido tomarse un respiro y externar tus emociones.
Decirle a los demás que sufres no es una señal de debilidad sino todo lo contrario, pues los más valientes son siempre los que no temen ser vistos como vulnerables. Y también, a partir de tus propias experiencias en la vida puedes ayudar a otras personas.
No todos tienen la clave secreta para detener el sufrimiento o la tristeza de los demás, pero piensa que con cada situación que has vivido tienes más sabiduría para comprender lo que otros sienten.
La compasión es un hermoso don que se le dio no sólo a los seres humanos, sino a casi todo ser viviente; incluso algunos animales en su estado salvaje pueden llegar a sentirla. Podrías preguntarte cuál es la mejor manera de ayudar a otras personas cuando tienen dolor, o cuando sus emociones no están tan bien como quisieran.
Todas las personas que sufren por una u otra razón pueden notar cuando eres compasivo y te interesas por ellos, aunque hay acciones más útiles que otras; descúbrelas a continuación.
No hay nada más complicado que hablar sobre alguien que acaba de fallecer. La mayoría de la gente incluso evita el tema para no dañar más al que sufre, sin imaginar que tal vez esa persona desea llorar y sacarlo de su pecho.
Como una anécdota personal relacionada con esto, cuando falleció mi mamá, recuerdo que muchos amigos y conocidos se acercaban a darme el pésame y decirme que lo sentían mucho. Incluso muchos otros me dijeron que no estuviera triste, “porque a ella no le hubiera gustado verme llorar”.
Esto viene a colación porque, aunque esas palabras tengan la mejor de las intenciones, decirlas en esos momentos puede ser un error, ya que asumir algo acerca de alguien puede llegar a ser molesto. Por supuesto que a mi madre no le gustaba verme llorar, pero también entendía que el dolor sólo puede salir si lo lloras y lo sufres, por lo cual ella hubiese estado de acuerdo totalmente en que llorara su partida.
Así que, ante el sufrimiento ajeno, no asumas cosas, no repitas frases que todo el mundo dice, ni abrumes a la persona con tu plática o tus anécdotas (pues muchas veces éstas minimizan su dolor), a menos de que te lo pidan.
Las personas que atraviesan por una pérdida no están psicológicamente preparadas en ese momento para platicar con todo el mundo. Aunque en efecto habrá quienes deseen hablarlo y hasta reír con los recuerdos, hay personas que sólo quieren estar solas o prefieren que las acompañes en silencio.
Lo mejor en esos casos es externar que lamentas la pérdida y que estarás ahí si necesitan alguna cosa. Una llamada y un mensaje eventualmente para conocer el estado de ánimo de la persona bastará.
Puede ser una ruptura amorosa, la pérdida de un trabajo o de un familiar, y es importante que siempre seas consciente de las preguntas que haces. Una pregunta típica en cualquier pérdida es “¿Necesitas algo?” o “¿Qué puedo hacer para que no estés mal?”, y lógicamente son preguntas bien intencionadas, pero debes entender que el otro tal vez no está de humor para responderlas.
Algo que pasa comúnmente en esos casos es que quien sufre está suficientemente abrumado con sus emociones como para querer cocinar o alimentarse. Algo que podría funcionar bastante es invitar a comer a esa persona, y si no tiene ganas o no quiere salir, puedes enviarle algo que le guste por medio de un delivery.
Puede ser algo rico que disfrute mucho o algo a lo que no quiera resistirse aun si no tiene tanta hambre. Estar presente en su vida y hacerle entender que te preocupas puede ser fácil incluso de lejos, y esta es una buena opción.
Las personas que sufren o están en duelo, pueden experimentar emociones que cambian de un momento a otro. Puede ser que estén de buen humor en un instante y al siguiente griten o pataleen por otra cosa.
Esto es normal, ya que las emociones no están bien y tomará tiempo reestablecerlas, volverlas a su estado normal o donde la inteligencia emocional pueda ayudar.
Ser paciente, abierto y receptivo en esos momentos es lo único que puede ayudarte a convivir con esa persona. Y seguro lo agradecerá, pues una vez que la mente y las emociones comiencen a tomar rumbo nuevamente, logrará ver de manera clara lo que hiciste por ella.
Cuando se sufre una pérdida, los primeros días, semanas e incluso años pueden ser arrolladores. Pero en muchas ocasiones, lo que más ayuda a la persona es hablar sobre sus recuerdos.
La mejor manera de saber cuándo es momento de platicar o mencionar al fallecido o aquello relacionado con la pérdida (la ruptura amorosa, la pérdida de un empleo, etcétera) es preguntarlo directamente; hazlo de una forma suave y compasiva, pregunta cómo se siente esa persona si se habla del tema, o si tiene algún problema con que se lo mencionen. Te sorprenderá saber que para muchos es mejor tener la libertad de hablarlo e incluso llorarlo con alguien de confianza.
No necesitas cambiar tu manera de ser para hacer sentir bien a alguien que sufre o está en duelo, eso es importante que lo sepas. Pero si puedes dar un poquito más de ti en lo que este proceso madura, hazlo, y así lograrás ayudar a una persona que te importa.