A medida que la globalización y la modernidad se instalan más en nuestras sociedades, pareciese que tenemos menos control de nuestra vida, lo cual nos impide vivir felices, ya que las obligaciones e inconvenientes de la cotidianidad nos absorben de tal manera que muchas personas sienten angustia e intranquilidad.
Estos síntomas aparecen como consecuencia de vivir un estilo de vida acelerado, que nos hace imposible encontrarnos con nosotros mismos y conectar con nuestra paz interior.
Una vez que estamos en esta situación es necesario aprender a tener las herramientas necesarias para seguir adelante, cumplir con nuestras metas y no permitir que los acontecimientos a nuestro alrededor ejerzan presión en nosotros.
Si observamos con detenimiento todo cuanto nos rodea, podremos percatarnos de que incluso nuestro lenguaje tiende a presionarnos para vivir con rapidez. Esto lo podemos notar cada vez que escuchamos sentencias como: “el tiempo no vuelve”, “el tiempo es valioso”, “el tiempo no perdona”, “haz todo lo que puedas este día”, entre otras que solamente siembran desasosiego en quienes las asumen con seriedad.
En todo caso, las responsabilidades van llenando nuestros días sin darnos cuenta. Muchas personas lo notan en algún momento de sus vidas, la mayoría de las veces cuando ya es demasiado tarde porque han perdido los vínculos afectivos con su familia, con sus viejas amistades, o mucho peor, cuando ya han perdido muchos años de vida y no hay vuelta atrás.
Para que esto no te ocurra, queremos compartir contigo unos puntos clave para que puedas sobreponerte al estilo de vida acelerado de la actualidad y puedas vivir a tu ritmo, disfrutando de todo aquello que amas.
Consejos para vivir en calma
1. Aprede a decir no: porque este es uno de los motivos principales por los cuales la vida se empieza a sobrecargar con obligaciones, deberes, responsabilidades, hasta llegar al extremo de saturarte y olvidar otros aspectos que también son importantes para ti. Por no saber decir un “no” como respuesta a todas las peticiones que recibes, entras en un mundo de cuyo movimiento vertiginoso no puedes luego escapar. Lo que sobreviene en este ciclo son las enfermedades emocionales y físicas propias del cuerpo cuando no puede más con todas las cargas que tiene que soportar.
2. Mantén el equilibrio: llena los espacios que son más importantes y vitales para ti, tales como tu familia, tus amistades, tu trabajo, tus momentos para entretenerte, pero jamás permitas que se pierda el balance. Cuando uno de estos espacios comienza a demandar más tiempo que los demás, es la oportunidad para observar desde afuera qué está sucediendo y poner todo en orden, siempre conservando tu centro, aquel que te da paz y al cual nadie más puede acceder.
3. Conéctate con la serenidad: la cual se caracteriza por ser un estado mental en el que no le permites a agentes externos -como algunas personas, situaciones o eventos específicos- que te roben la tranquilidad que tanto necesitas para mantenerte saludable.
4. Recuerda que no debes seguir a los demás: en el sentido de estarlos imitando. Si ves a otras personas con infinidad de responsabilidades que cumplir, esto no implica que tú también tengas que vivir así porque en la sociedad esto sea considerado como una muestra de éxito. Vivir de esta forma tiene un lado oscuro, pues no se tiene consciencia de la realidad ni de la propia existencia, sino que todo se hace en automático y se pierde el disfrute de las cosas simples, como tener el tiempo para mirar y deleitarse contemplando un atardecer, por ejemplo.
5. Que ciertos momentos de tu vida sean sagrados: como cuando comes, te dedicas a tu cuidado o te permites un tiempo de relajación con una buena lectura, porque más allá de todas las asignaciones que debes cumplir, el primer lugar en tu vida lo debes ocupar únicamente tú. Si tú no te sientes bien, las demás tareas tampoco podrán ser realizadas, ni nada de lo que te propongas.
6. Sal a caminar: con el único propósito de liberar tensión, disfrutar el paisaje y sentir el aire en tu rostro. Disfruta la lentitud, el despejar tu mente sin tener que pensar en nada que te agobie, ni ir con ajetreo por el desespero de tener que llegar a algún lugar y cumplir con alguna obligación. Cuando haces este tipo de ejercicio, rompes la cadena de la rutina y la prisa.
7. Reconoce que eres mortal: que no vivirás por siempre, que el mundo no se detendrá si piensas en ti y en tu salud, o si dejas de realizar una tarea. No pretendas ser una máquina capaz de hacer todo lo que te autoimpongas.
8. Deja que los demás se encarguen de sus tareas: no generes angustia en tu vida por los deberes que los demás no han realizado. Cada quien debe asumir sus responsabilidades, y tú no naciste para cumplir con las obligaciones de todos los que te rodean.
Si llevas estos consejos a tu vida podrás disfrutar de mayor plenitud, sentir más descanso y vivir con menos cargas.
A estos consejos también podrías agregarle otro par de detalles extras y empezar por gestionar bien tu agenda, apartando en primer lugar tus horas de descanso, de ocio y de esparcimiento.
Cuando estés en tu hogar, apaga tu teléfono móvil y suelta todas las obligaciones que cumpliste durante o el día, o las que te faltan por cumplir. No permitas que estas entren en tu casa y se instalen en tus pensamientos hasta hacerte perder el sueño.
Regálate un rato a solas, en silencio, sin música, sin el sonido de la televisión, y sobre todo sin el ruido de tus pensamientos aturdiéndote con todos los pendientes. Sólo sumérgete en el silencio y aprópiate de ese instante.
Finalmente, recuerda demostrar gratitud con la vida y todas las oportunidades que te ha dado, y por supuesto, mantén una sonrisa en tu rostro el mayor tiempo que puedas.