El lenguaje transformacional es una corriente terapeútica que consiste en reconocer que el lenguaje tiene una fuerza creadora, es decir, que las palabras no solamente sirven para comunicar ideas sino que pueden crear y modificar realidades.
Las palabras son poderosas; más allá de toda mística o metafísica su poder radica en que, en principio, toda palabra es una inteción que al expresarse se realiza. Sin embargo, las palabras no solamente sirven para atraer cosas positivas a nuestra vida; también pueden modificar nuestro presente e incluso nuestro pasado. ¿Te parece increíble?
Tan sólo fíjate en las palabras que eliges para narrar los acontecimientos más importantes que te han sucedido. Hay una gran diferencia entre decir, por ejemplo, "Tuve muchísimo miedo, es lo peor que me ha pasado" y decir "En ese momento me asusté, pero logré superarlo".
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Cuando decimos lo primero estamos reforzando lo terrible de la experiencia y lo mucho que nos cuesta todavía recordarla. Cuando decimos lo segundo estamos haciendo énfasis en que no importa qué tan malo haya sido, nosotros fuimos más fuertes. La primera forma de contarlo convierte el recuerdo en un trauma; la segunda, en un aprendizaje.
Las palabras que elegimos para narrar nuestras experiencias son tan importantes como la experiencia misma porque la recrean e incluso la reconfiguran. Cuando usamos palabras negativas o asociadas al miedo o a la tristeza para articular nuestros recuerdos, los estamos convirtiendo en recuerdos negativos o tristes. La próxima vez que hables de ti o de tu pasado intenta reforzar lo que aprendiste en lugar de poner el énfasis de la historia en lo que sufriste. Verás cómo, automáticamente, el recuerdo deja de ser doloroso y se convierte en motivo de orgullo.
No se trata de omitir los pasajes difíciles de nuestra vida, sino de aprender a contarlos (aunque sea a nosotros mismos) desde otro punto de vista. Podemos ser víctimas o podemos ser sobrevivientes. Nosotros elegimos.