El prana es una energía universal, presente en todos los cuerpos. El prana es la respiración, aquella fuerza vital que mantiene los cuerpos con vida, y que se encuentra en todos los seres vivientes.
La respiración se compone de dos extremos: la inhalación y la exhalación. Es gracias al flujo constante de estos dos extremos que los seres se mantienen activos, fluyendo.
Todas las personas somos capaces de comprender y fluir con este ritmo universal. El prana es para todos, y la conciencia del mismo es relajante y profunda. Por eso el prana es lo primero que debemos concientizar cuando estamos por comenzar una práctica espiritual. Un claro ejemplo de lo anterior es todas las veces que comenzamos una meditación respirando con calma y naturalidad, para luego pasar a una respiración profunda y consciente.
¿Qué podemos aprender del prana para nuestra vida? Son muchas las lecciones que podemos obtener al observar y pensar en el prana. Por un lado, la respiración nos ayuda a valorar la perfección que existe en poder mantenernos con vida en cada momento. El prana es siempre constante, y cuando deja de ser, la vida se acaba. Sin embargo, en cada momento todas nuestras células y órganos vitales respiran para conseguir el milagro de la vida.
En segundo lugar, el prana es un claro ejemplo de la capacidad de los polos opuestos para convertirse en una unidad. La respiración es inhalación y exhalación, y aun así es capaz de presentarse como la unidad de la respiración total. ¿Podemos conseguir este mismo equilibrio en nosotros? Por ejemplo, ¿podemos hacer de nuestras emociones, a veces contradictorias, una unidad donde no existan buenos ni malos?
También podemos practicar el mindfulness mediante la conciencia del prana. Dado que la respiración es constante y ocurre en nuestro cuerpo todo el tiempo, cualquier contexto es bueno para crear conciencia del prana y volver al tiempo presente. Si centramos la concentración en la respiración, podemos practicar el mindfulness en cualquier momento. Ya sea en situación de estrés, en un contexto solitario o con muchas personas, la respiración siempre está ahí, y una vez que la identificamos y sentimos con calma, volvemos al tiempo presente con conciencia.
Por último, cabe nombrar una cuarta virtud del prana, y es su capacidad de simplemente fluir. ¿Qué pasaría si nuestro pensamiento fluyera como el prana? Es decir, si cada vez que una idea llegara a nuestra mente y nos invadiera, nosotros aprendiéramos a fluir con ella y a dejarla pasar de la misma manera en que llega, con naturalidad y calma, al igual que la inhalación y la exhalación.
En definitiva, son muchas las metáforas que se pueden deducir de algo tan común como la respiración. Esta fuerza vital, presente en todos los seres, es una maravillosa invitación a reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra forma de relacionarnos con el mundo.