¿Qué tan afortunado te consideras? ¿Hace cuánto que no te lo preguntas?
El estrés, el tráfico, las responsabilidades y los pendientes son enemigos de la gratitud. Te hacen pasar malos ratos y exagerar todo lo que te molesta; cuando te das cuenta, ya estás en un círculo tóxico de emociones negativas.
Dicen los maestros zen que agradecer es una de las acciones más sencillas para alcanzar la paz. Está comprobado que basta cultivar esta acción de manera cotidiana para relajar tu cuerpo y tu mente. Y hay una forma muy sencilla de hacerlo.
La pregunta del inicio es una buena forma de emprender el camino de la gratitud. ¿Qué tan afortunado te consideras? Responde con total honestidad y equilibrio.
De entrada, por el simple hecho de leer esta nota (gracias por hacerlo) es fácil concluir que perteneces al grupo más privilegiado de la población mundial. Si tienes acceso a Internet, es casi seguro que cuentas con todos los servicios básicos y que incluso puedes darte tus gustos con cierta regularidad.
Lo curioso es que todo eso que disfrutas (comida caliente, un hogar, tus hobbies o el cariño de tus seres cercanos) se vuelve algo tan normal y rutinario que en algún punto deja de sorprenderte. Redescubrir el gran regalo que cada uno de esos y tantos otros privilegios representa puede transformar tus días.
Prueba elegir algo por lo que agradeces cada mañana, al despertarte, y cada noche antes de dormir. Y sí, ¡esto aplica incluso en los días más complicados o “malos”! Verás cómo esta sencilla práctica mejora tu humor y tu enfoque, tanto de lo positivo como de lo desafiante.