¿Acostumbras hacer una lista de propósitos antes de que termine el año? La recta final del año suele ser una etapa de reflexión y esperanza en la que tienes todas las ganas de mejorar.
Pero, una vez que inicia el nuevo año, ¿cuántos de esos propósitos has cumplido, o al menos intentado cumplir? ¿En cuántos de ellos tiraste la toalla y te quedaste a mitad del camino?
No te preocupes, olvidarse de los propósitos en cuanto empiezan a cambiar las hojas del nuevo calendario es de lo más común, pero esta vez puede ser diferente.
Los siguientes consejos te pueden ayudar a mantenerte en el camino indicado para alcanzar lo que te propongas.
“Bajar de peso” es un propósito muy genérico, pues no sabes cuánto debes bajar ni en qué tiempo pretendes hacerlo. En cambio, “Quiero perder 5 kilos para el 1o de abril” es mucho mejor, porque es más específico.
Tener objetivos específicos y mensurables los hace alcanzables, ya que es más fácil avanzar cuando sabes hacia dónde vas y puedes conocer tus progresos. Otros ejemplos de propósitos específicos son: “Hacer ejercicio durante 30 minutos tres veces a la semana”, o “Llamar a mis padres todos los domingos”.
En lugar de plantearte propósitos muy complicados o que abarquen todo el año, puedes dividirlos en varios más pequeños para hacerlo más fácil.
Además, si tienes varias metas es más probable que conserves al menos algunas de ellas. Esto te proporcionará un lado positivo cuando algunos de tus propósitos no funcionen del todo.
Antes de empezar a trabajar con cada propósito, sería bueno que hicieras el ejercicio de escribir cómo cambiará tu vida una vez que se haya logrado el objetivo.
De esta manera, llevas el beneficio de tu compromiso del deseo a la realidad. Por ejemplo: “Si pierdo 5 kilos, me veré bien, ganaré confianza, viviré una vida más saludable y podré usar esa ropa que tanto me gusta” o “Si logro ahorrar X cantidad podré realizar el viaje de vacaciones a ese lugar al que tanto deseo ir”.
Es complicado mantener el compromiso de romper un vicio si en su lugar queda un gran agujero. Si tu propósito es, por ejemplo, dejar el cigarro o la cafeína, agrega algo nuevo a tus hábitos diarios, que sea saludable para ti y que te haga feliz.
Prueba una nueva fruta o algún té todas las semanas hasta encontrar el sustituto del café, o busca una actividad que te ayude a desestresarte como piensas que lo hace el fumar. Reemplazar el comportamiento viejo y no saludable con uno nuevo y beneficioso hará que sea más fácil cambiar y te dará dos mejoras de vida por el precio de una.
Consigue una libreta y mantén un registro de tu propósito. Escribe las acciones específicas que realizas para alcanzar tu objetivo todos los días. Si un día no haces nada para cumplir tu objetivo, anótalo también y retoma el desafío nuevamente al día siguiente.
El proceso te mantendrá responsable mientras te ayuda a mantenerte en la tarea y dar pequeños pasos hacia tus objetivos.
Puede que encuentres que tus objetivos no son tan realistas como alguna vez pensaste. Pero en lugar de rendirte, sólo ajusta tu perspectiva. Es importante que tengas un plan B si descubres que tu plan original no fue exitoso.
Quizás ir al gimnasio todos los días no es realista, pero puedes hacerlo tres veces por semana y dedicar los días restantes a alguna actividad que te guste o a tomar una clase para aprender algo nuevo. Reemplazar actividades es mucho mejor que tirar la toalla, y puede ser divertido, productivo y benéfico también.
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