Mucha gente percibe el concepto de “estar solo” como algo aburrido o negativo. Piensan que significa que eres antisocial o que nadie quiere estar contigo. En realidad, la soledad es una gran oportunidad. Cuando aprendes a disfrutar de tu propia compañía, surgen muchos beneficios. Esto no significa que debas irte a vivir al bosque como ermitaño, pues nadie niega lo divertido y enriquecedor que es compartir con otros. La cuestión es simplemente que al pasar tiempo contigo mismo, creces como persona y te conoces mejor.
Algunas cosas que suceden cuando te gusta estar contigo:
Estar rodeado de gente drena tu energía emocional y física. El solo hecho de estar pendiente de otros puede ser muy cansado. El tiempo a solas te da la oportunidad de recargar las pilas.
La velocidad con la que se mueve la vida rara vez te da una pausa para mirar hacia adentro. Un espacio para enfocarte únicamente en tus pensamientos y emociones siempre viene bien.
Es difícil descifrar tus propias sensaciones cuando también debes leer las reacciones y percepciones de los que te rodean. Cuando estás solo, puedes hacerte una idea mucho más clara de lo que te enoja, lo que te hace feliz y de tus deseos más profundos.
Cuando eres parte de un grupo, hay que ponerse de acuerdo para realizar actividades. Es probable que muchas veces tengas que ceder y hacer lo que la mayoría quiere. Si no tienes a nadie que opine diferente, tienes toda la libertad del mundo de dedicarte a lo que verdaderamente anhelas.
Aunque la presencia de más personas es muy entretenida y valiosa, representa una distracción. La soledad te brinda la posibilidad de hacer más en menos tiempo. Cero distracciones.
Si comienzas a pasar tiempo solo de manera regular, vas a notar que cuando tienes compañía la disfrutas un poco más. Esos momentos de autorreflexión te hacen tener una nueva apreciación por ti mismo y lo que cada una de tus relaciones te aporta.
Cuando empiezas a disfrutar de la soledad, tu confianza para hacer todo por ti mismo crece. No vas a sentir la necesidad urgente de compañía, ni la ansiedad que suele acompañarla.
La vida está llena de relaciones, algunas más demandantes que otras. Sin embargo, conservarlas siempre depende de que ambas partes se mantengan contentas con su conexión, y esto es desgastante. Al estar solo contigo mismo, no tienes que preocuparte más que por tu propia felicidad.
Es normal que sin darte cuenta puedas lastimar los sentimientos de alguien y, en consecuencia, pidas perdón. Pero estar solo te quita la presión de estar pendiente de las reacciones que tus actitudes o palabras causan en los demás.
Cuando estás en constante contacto con otros, es natural pedir consejos antes de actuar. Invertir en ese tiempo contigo mismo te permite ser consciente de que eres perfectamente capaz de tomar decisiones solo.