Cuando la vida se complica, es necesario hacer un gran ejercicio de autoobservación. ¿Vives de forma simple, o te haces las cosas difíciles tú solo? El ritmo frenético del día a día te puede envolver hasta el punto en que no te das cuenta pero trabajas en un sitio que no te gusta para comprar cosas que no necesitas, dices cosas que no sientes y comes alimentos que no contribuyen a tu salud.
Esto no es sorprendente, pues desde pequeño la sociedad te ha condicionado a vivir así. La industria publicitaria se aprovecha de tus inseguridades para que consumas más y más. El sistema educativo te adoctrina para que creas que debes volverte bueno en algo únicamente por la recompensa externa que obtendrás más tarde. El sistema económico te orilla a trabajar por un sueldo que apenas alcanza para tener un techo y comida, sin oportunidad de prosperar.
La buena noticia es que cambiar esta situación está en tus manos. Puedes crear espacio para tener más paz, salud y alegría. El secreto está en dar paso al minimalismo. En otras palabras, volver a lo simple. Algunas técnicas para lograrlo son:
- Enfócate en lo que más te importa. Para hacerlo más sencillo, deja ir aquello que te sobra. Puede ser desde ropa que ya no usas o papeles inútiles que ocupan espacio en tu casa, hasta relaciones que no te aportan nada o que son tóxicas.
- Absténte de comprar cosas que no necesitas. Así como limpias tu entorno para dar espacio al bienestar y a un ambiente más ligero, no caigas en el error de tratar de reemplazarlas con más posesiones que realmente no te hacen falta. Las rebajas son tentadoras, sí, ¿pero realmente necesitas todas esas prendas?
- Valora todo lo increíble que ya tienes. En la era de las redes sociales, es fácil dejarte llevar por las apariencias y lo que los demás quieren que percibas sobre sus vidas. En lugar de compararte con estas imágenes poco realistas, comienza a aceptarte tal como eres. Tus cualidades son maravillosas y eres un ser muy afortunado.
- Aprecia las pequeñas cosas. La belleza de la naturaleza, el sabor de tu comida favorita, la conexión que tienes con los que amas. Pronto serás consciente de que tu vida está llena de abundancia y que tienes mucho que disfrutar.
- Minimiza las distracciones. ¿Cuánto tiempo al día pasas frente a una pantalla? Limita tus horas de navegar por internet o, al menos, asigna algún horario donde te desconectes por completo. Cuando estés en línea, cierra tantas ventanas como puedas y no pases más de media hora en las redes sociales. El mundo no se va a acabar porque no viste cuántos “Me gusta” obtuvo tu más reciente publicación. ¡Sal y vive!
- Construye relaciones. Lo que más hace falta en el mundo es conexión humana. Apaga tu celular y ten una conversación profunda en persona con un amigo, y mírense a los ojos.
- Sé sincero con tus palabras. Di lo que sientes y evita las mentiras “piadosas”, pues éstas sólo llevan a mayores malentendidos. Decir la verdad nutre tus relaciones y las vuelve más funcionales.
- Cuida tu cuerpo. Para poder disfrutar la vida, primero necesitas tener buena salud. Presta atención a la sabiduría de tu cuerpo. Así podrás reconectar con él y brindarle todas las atenciones que merece. Come con conciencia, ejercítate lo necesario y descansa lo suficiente.
- Practica la atención plena o mindfulness. Vivir de forma minimalista requiere que tengas la mente en calma, libre de pensamientos conflictivos y sintonizada con el momento presente. La mejor manera de cultivar esta práctica es reservar 30 minutos al día para darte un espacio donde puedas sentarte tranquilamente y respirar profundo. Si los pensamientos te invaden, simplemente obsérvalos sin juicio y déjalos pasar. Con el tiempo encontrarás más paz en esta práctica.
¡A vivir mejor con menos!
Con información de The Unbounded Spirit