La meditación es algo de lo que se habla mucho actualmente. Cada vez más personas la practican y podemos decir que es algo que está de moda. Sin embargo, aunque son bien conocidos sus múltiples beneficios, puede que no sea apta para todo el mundo y que incluso llegue a ser perjudicial para algunos.
El año pasado, una investigación realizada por la Universidad de Brown arrojó que, en ocasiones, las personas que meditan presentan sensaciones de miedo, ansiedad, pánico y paranoia.
Por otro lado, el libro The Buddha Pill: Can Meditation Change You? cita un estudio según el cual hasta el 63% de los participantes en retiros de meditación han sufrido al menos una consecuencia negativa durante o después de ellos, como ansiedad, confusión y desorientación.
Además, diversos medios, como la BBC, The Washington Post, Greatist y Steemit, han hablado también de que la meditación puede acarrear efectos adversos. Incluso citan testimonios e historias de personas que han participado en retiros de meditación, los cuales les han provocado sensaciones angustiantes, ansiedad, depresión, e incluso hay casos de personas que se han quitado la vida tras participar en estos retiros.
Si la meditación es una práctica que a simple vista es muy inofensiva y además es reconocida por el bien que genera en el cuerpo, la mente y el espíritu, así como por ayudar a equilibrar las emociones, ¿por qué pasa esto?
Por un lado, se debe a que cada persona es diferente y reacciona de forma distinta. Así como ciertos medicamentos -la penicilina, por ejemplo- ayudan a sanar a unas personas, existen muchas otras que son alérgicas y si la consumen les hace daño.
Lo mismo pasa con la meditación, que puede ser muy benéfica para muchos, pero perjudicial para otros. Y esto se da sobre todo cuando las personas que la practican son demasiado frágiles y sensibles emocionalmente, o si tienen antecedentes de algún trastorno mental o emocional, como ansiedad, trastorno bipolar, estrés postraumático o si tienen tendencia a la depresión.
Una posible explicación para esto está en que, en un mundo tan caótico, lleno de actividad, prisa y movimiento como en el que se vive actualmente, muy pocas personas se dan el tiempo para estar consigo mismas. La gente no sabe estar sola con sus pensamientos, con sus cualidades y defectos, con su luz y oscuridad. No se conocen realmente.
Entonces, cuando se inician en la meditación y tienen ese encuentro postergado consigo mismos, empiezan a emerger recuerdos de sucesos no superados y, con ellos, todo un torbellino de emociones y sensaciones, muchas de ellas dolorosas o desagradables. Así, la experiencia se convierte en un verdadero golpe emocional que noquea.
Esto se da sobre todo en los retiros de meditación, ya que en ellos la meditación no se limita a una sesión corta sino que se trata de días completos (generalmente 10 en el estilo vipassana) en los que meditar es, literalmente, el pan de cada día.
Además, durante estos retiros reina el silencio. Está prohibido hablar con los demás participantes, no se pueden utilizar dispositivos electrónicos, y ni siquiera se puede ingresar con libros o libretas para escribir o dibujar. Es decir, son 10 días durante los cuales los participantes están totalmente solos consigo mismos, sus pensamientos y su verdadera esencia.
También es común que los efectos adversos de la meditación ocurran en aquellos individuos que aprenden a meditar por su cuenta, sin la guía de un instructor o gurú. Y cuando se enfrentan solos a los demonios internos que descubren o a todas las emociones que salen a la superficie cuando meditan, muchas veces no saben cómo manejarlo.
Por ello, lo recomendable es que busques la guía de un instructor para adentrarte en el mundo de la meditación, en especial si tienes algún padecimiento emocional como ansiedad o depresión, si consideras que tu sensibilidad espiritual es muy alta o si sufriste alguna experiencia traumática, aunque haya ocurrido hace mucho tiempo, cuyos recuerdos podrían alterarte.
Además, explora los distintos tipos de meditación y quédate con el que mejor se adapte a ti, que no necesariamente debe ser el que la mayoría practica.
Y si de plano te das cuenta de que meditar no es para ti, está bien. Busca otras alternativas que te ayuden a tener bienestar y, también, a desestresarte y relajarte. Puedes leer, escribir, dibujar, practicar algún deporte, tocar un instrumento musical o practicar senderismo. Hay un sinfín de actividades que puedes realizar en lugar de la meditación y, mientras te hagan sentir bien contigo mismo, cualquiera de ellas es válida.