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La revolución del placebo: aprende a sanar tu cuerpo con tu mente

Marzo 29, 2016

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El placebo es una poderosa sustancia, mayormente vacía (sin un ingrediente activo) que finalmente está siendo catalizada para uso médico. Alguna vez me pareció  apropiado llamarlo una "menta mental" y de hecho existen compañías actualmente que ya venden placebos, a sabiendas de que estudios médicos sostienen que tomar placebo, aunque uno sepa que es un placebo, tiene efectos positivos. Muchas veces los placebos son tan efectivos como los medicamentos farmacológicos, pero, a diferencia de estos, tienen muy pocos efectos secundarios (sus efectos secundarios mayormente se limitan a los efectos secundarios que hagamos pensar al paciente que tienen). Podemos imaginar un futuro de una medicina más suave en la que millones de personas programen sus pastillas vacías de lo que necesitan, en una especie de ritual medicinal,  con una pastilla-oración, en el que se explote el poder autosanador de la mente.

 

Hace unos días el Dr. Chriss Kresser publicó en su sitio una fascinante conversación con la periodista Jo Merchant, quien recientemente concluyó una invstigación extensa en torno al placebo y al poder de sanación de la mente.  En esta conversación se resalta cómo antiuguamente "se tenía una mucho mayor apreciación del rol de la mente en la sanación y en la salud", pero que esto ha cambiado con la perspectiva materalista y dualista, por así decirlo, de la ciencia moderna, en la que la mente se considera como un subproducto del cuerpo, la cual no tiene una acción cuantificable en los procesos que estudia la medicina.

 

Jo Merchant recuerda que antes se "tomaba por dado que la mente y el cuerpo estuvieran entrelazados y que tu mente era importante para tu salud física". La ciencia, en este caso llega tarde, por otra vía, a lo que antes era sentido común. La fragmentación, sugiere Merchant, ocurrió con el dualismo cartesiano. Descartes "llegó a una solución en la que decía que los objetos físicos, la materia física mensurable, era un tema apropiado para investigación científica, mientras que, más efímeros, alma y espíritu, realmente no podían ser estudiados científicamente y debían de ser dejados a la Iglesia". Seguimos con "la resaca de Descartes, esta idea que los fenómenos mentales --pensamientos, emociones y creencias-- simplemente no son tan reales como los objetos y la materia. Esto permea todavía la ciencia". Aunque es un tanto reduccionista señalar a Descartes como el único arquitecto de este edificio fragmentado de la ciencia moderna, Merchant atinadamente entiende este proceso de devaluación de lo psíquico y espiritual (y en general de lo que no puede medirse o cuantificarse) en favor de lo material. De nuevo, es parte del sentido común, que las cosas más importantes que vivimos o incluso lo que somos no pueden medirse o explicarse con una ecuación y sin embargo eso no significa que no tengan efectos o que no deban de considerarse como parte importante del conocimiento.

 

Uno de los temas que el placebo subraya es la importancia del apoyo emocional y el lado humano del tratamiento médico, algo que en la medicina alópatta moderna ha sido descartado como una nimiedad en comparación con el poder de los fármacos y las máquinas que producen estudios detallados. Actualmente incluso se prevé la posibilidad de un futuro en el que los pacientes irán a ver al médico --que será una computadora y una serie de aparatos que harán un preciso y automático diagnóstico. Pero entonces estaremos probablemente perdiendo el efecto de sanación holística del placebo, al menos de que se programe a los médicos robots del futuro para simular aspectos humanos, pero en todo caso uno puede teorizar que el placebo para hacer pleno efecto necesita del calor humano y señales no-verbales de reforzamiento.  

 

Merchant y Kresser notan que los casos que mejor funciona el placebo es cuando el tratamiento es más impresionante, de la misma manera que un ilusionista sabe que la efectividad de su truco depende de todo el montaje previo, la aparatosidad y la atmósfera que genera. Tal es el caso de las nuevas cirugías placebo, en las se realiza una cirugía -o una intervención médica como puede ser acupuntura-- a dos grupos, a uno se realiza el procedimiento estándar y a otros se realiza un procedimiento sólo que no se interviente realmente sólo se aparenta que se está realizando el procedimiento. En estos casos el efecto placebo es aún mayor.  Chris Kresser menciona un caso notable en el que el paciente de un cirujano ortopédico, el Dr. Bruce Moseley,  estaba en una silla de ruedas antes de la cirugía y no podía caminar casi, y poco después de la cirugía ya estaba jugando baloncesto. Lo asombroso del caso es que este hombre no sabía que había sido parte del grupo placebo y no se le había realizado la realmente la intervención quirúrgica. En ese caso, la persona incluso tuvo una especie de despertar espiritual cuando "se dio cuenta que su mente y sus creencias podrían tener tan grande influencia sobre su cuerpo". 

 

Estudios muestran que el placebo no sólo alivia problemas hipocondriacos o cosas sumamente difíciles de medir como un dolor de cabeza. De hecho el placebo puede medirse por sus efectos biológicos en el cerebro, de manera similar a los fármacos. Placebos usados como analgésicos "detonan una cascada de endorfinas"... que son  lo que drogas como la morfina imitan. "Si respondes a un placebo... no te los has imaginado. No sólo está en tu mente. Esto esta causado por exactamente el mismo cambio físico como el que ocurriría si tomarás el fármaco recetado"... "en el caso del Parkinson, cuando los pacientes toman placebo, ves una cascada de dopamina en el cerebro. Este es el neurotransmisor que les hace falta", dice Jo Merchant. Lo anterior quizás nos llevaría a una polémica discusión sobre si de hecho los fármacos que utilizamos no son también una forma de placebo institucionalizada y fortalecida por los paradigmas científicos. Pero lo dejaremos para otra ocasión.

 

Esperemos entonces que en los próximos años se produzca una tranquila revolución médica a favor del placebo, catalizando todos los antes "intangibles" del tratamiento médico y podamos llevar a la medica a uno de los principios básicos de Hipócrates, que es partir siempre de hacer el menor daño posible en el tratamiento. El placebo, sugiere Kresser "nos puede enseñar sobre nuestra propia capacidad como individuos para sanar o modificar la percepción de nuestros síntomas". Y lo que es más asombroso es que en la medida en la que logramos aplicar el placebo con mayor eficacia y frecuencia, estoy seguro que mostrará que es capaz (somos capaces) de curar del todo las enfermedades más serias que podamos concebir. La historia está llena de supuestas sanaciones milagrosas, pero eso que llamamos milagros son generalmente grandes actos de fe, disciplina y encuentros de un significado que otorga una enorme voluntad, en suma, una causalidad interna, comandada por la psique. Debemos desarrollar una nueva filosofía de la salud en la que las personas tengan conocimiento de que su actitud es determinante en su salud, y en la que se provean las herramientas para que podamos autoprogramarnos de manera positiva.

 

Twitter del autor: @alepholo

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