Al hablar de meditar, lo más común es imaginar a una persona sentada en flor de loto, que permanece quieta y en silencio durante varios minutos. Como todo en la vida, ese tipo de meditación no es para todos, pues a muchas personas se les dificulta permanecer en esas condiciones, así que terminan por aburrirse y lo dejan.
Sin embargo, llegar a un estado meditativo y tener una experiencia de atención plena como la que proporciona la práctica de meditación antes descrita no sólo se puede obtener al estar quietos y en silencio.
Existen actividades que tienen un efecto muy similar, ya que propician la atención plena y logran mantener a tu mente en el momento presente, además de que te ayudan a relajarte y te dan valiosos momentos de introspección.
Entre dichas actividades se encuentran el tejido, las manualidades, la jardinería, el dibujo, la pintura, la ejecución de algún instrumento musical, el deporte, la cocina, la repostería, las caminatas al aire libre, etcétera.
En Corea existe también un método de meditación llamado Myung Sung. Para llevarlo a cabo no es necesario que te sientes en un lugar a respirar sino que se trata de que conozcas los principios de su filosofía, los internalices y los lleves a la práctica en los distintos ámbitos de tu vida cotidiana.
Más allá de una meditación tradicional, es un estilo de vida; es una forma de meditación activa y dinámica que está entretejida en la experiencia diaria, te permite involucrarte con la vida más profundamente y te ayuda a descubrir tu lugar y propósito en el mundo.
Los principios del Myung Sung están basados en la idea de que todos los seres vivos comparten una conexión (algunos lo llaman energía, otros fuerza vital) y al llevar a la práctica esta técnica te vuelves más consciente de esos lazos. Comienzas a aprender más sobre ti mismo, tus relaciones, tu entorno y el efecto que tus acciones tienen en el mundo que te rodea.
Por supuesto, estas lecciones no llegan de la noche a la mañana, pero con práctica, constancia y paciencia, integrar los principios del Myung Sung en tu día a día te ayudará a tener una mayor sensación de paz y conexión, sin necesidad de quedarte quieto en un cojín de meditación.
Lo más importante es que sepas quién eres tú realmente. Parece simple, pero cuando te preguntan quién eres, normalmente respondes con tu nombre, tu ocupación, profesión, título o cargo, quizás tu edad, tu rol en la familia y algunos datos más.
Pero, fuera de todo eso, ¿quién eres en verdad? Piensa qué partes de ti, de tu forma de pensar y actuar son realmente auténticas y cuáles tienen la influencia de tus padres, tus amigos, tus profesores y compañeros, o de la sociedad y la cultura en la que has crecido y te desenvuelves.
Piensa también, entre esos sentimientos, emociones, ideas y pensamientos que son realmente tuyos, ¿cuáles son temporales y fugaces; cuáles son permanentes? Al cuestionarte todo esto podrás aprender a identificar qué parte de ti es tu verdadero yo.
Saberlo y tenerlo claro te coloca en el camino de convertirte en la mejor versión de ti mismo; te ayuda a sentirte más arraigado y te permite ver tu propósito con mayor claridad.
En la vida, nada es absoluto; no todo lo que es normal está bien, ni todo lo que está bien es normal; no todo lo que es correcto es verdad, y no todo lo que es verdad es correcto. El desequilibrio entre ambos polos puede hacer que muchas veces te sientas indeciso sobre hacia dónde ir, o puede que hayas tomado decisiones equivocadas al confundir lo que es verdad y lo que es correcto.
La verdadera decisión es el reflejo de tu estado interior. Es cómo te sientes acerca de una situación y lo que tu verdadero yo te dice que es mejor. A final de cuentas, la decisión correcta es la que resulta mejor para todos los involucrados, la que te beneficia sin afectar a nadie.
Según la filosofía del Myung Sung, la elección correcta equilibra lo correcto y lo verdadero. A medida que te sintonizas más contigo mismo y con la conexión que tienes con todo y todos los que te rodean, desarrollas una brújula moral que facilita la toma de decisiones más justas para ti y para todos.
En coreano, la frase doe chi significa "estar embriagado con los propios pensamientos" y se usa para describir a quienes permiten que sus pensamientos y creencias limiten su visión.
Doe chi se refiere a las personas que sólo se preocupan por sus propios intereses. Ven la vida a través de una visión de túnel, nunca la imagen completa, lo que los ciega ante las soluciones a sus problemas.
Para poner un ejemplo claro, es como si llevaras lentes oscuros todo el día y te quejaras de que todo está demasiado oscuro y luego culparas a los demás por la oscuridad, cuando en realidad ésta se debe a que tú te pusiste los lentes oscuros.
Entonces, no importa cuánto te quejes, culpes a los otros o quieras que alguien más solucione la situación por ti, nada cambiará hasta que veas que la solución está en tus manos y depende únicamente de ti.
Según el Myung Sung, es necesario ampliar tu perspectiva, no ver sólo en línea recta desde tu lugar, sino ponerte en el lugar de los demás involucrados y ver el panorama más amplio.
Una vez que lo logres, el siguiente paso es ver tus circunstancias con claridad y asumir la responsabilidad de tus acciones. Así tendrás las herramientas necesarias para cambiar tu propia realidad.
La vida humana es efímera y, tras la muerte, cada persona será reemplazada en sus trabajos y, poco a poco, olvidada por quienes la conocieron. Sin embargo, cada persona puede dejar un legado, que va más allá de su nombre y su rostro, y que permanecerá en las acciones que tendrán un efecto dominó en las generaciones futuras.
En este sentido, en la filosofía Myung Sung no se debe dar tanta importancia a obtener posesiones materiales, riqueza y formas fugaces de felicidad, ya que todo eso se quedará aquí cuando su dueño muera.
Aquí, lo realmente importante está en realizar las acciones necesarias para dejar un legado de valor después de la muerte. Muchos lo hacen a través de sus hijos, con la educación que les dan, los valores y principios que les inculcan. Otros, al tener un efecto positivo en quienes los rodean, sean o no de su misma sangre, y al buscar formas de plantar semillas de bondad en quienes están alrededor y en las generaciones futuras.
Vivir con honor significa respetar a los demás por el papel que desempeñan por el bien de todos. Este respeto no se basa en la conveniencia, al creer que si haces el bien, esto podría beneficiarte de alguna manera.
De lo que se trata es de tener un aprecio profundo y un amor subyacente por todos los seres vivos, al recordar y hacer consciente esa conexión que existe entre todos.
Reconocer y honrar esa conexión significa responder al mundo con bondad, empatía y compasión, porque nunca sabes completamente por lo que han pasado los demás, así que no debes juzgarlos ni faltarles al respeto.
Todas las personas están en constante cambio, tanto personal como de su entorno y su realidad; a veces esos cambios son positivos, otras no.
Cuando dejas que los factores externos influyan en tu ser interior, tus realidades siempre son emocionalmente turbulentas. Las situaciones negativas se sienten aprisionadas y te pierdes de vista a ti mismo y a tus metas.
En cambio, cuando dejas que tu mundo interior determine tu realidad exterior, te vuelves capaz de cultivar un sentido de profunda paz y fuerza para superar cada situación. Te empoderas y puedes afrontar nuevos retos, así como superar los momentos de tensión e incomodidad con una mayor sensación de tranquilidad, al ser consciente de que son temporales.
Es decir, al dejar que tu realidad cambie en función de lo que hay en tu interior, puedes tener una visión más clara y amplia de todo.
La sabiduría es el alimento de la iluminación. Abre la mente, genera paz y acerca a unos con otros. Para practicar el Myung Sung, debes buscar oportunidades para obtener sabiduría dondequiera que vayas.
La sabiduría es diferente del conocimiento porque no se puede enseñar ni transmitir, debe experimentarse de primera mano. Así como nadie puede comer por ti, nadie puede buscar sabiduría en tu lugar; es un viaje y una responsabilidad completamente personal e individual.
Tratar de vivir tu vida contra el orden natural es como intentar nadar contra la corriente. No sólo no progresarás, sino que también desperdiciarás toda tu energía en el proceso.
A medida que aprendes a ver la conexión del mundo con más claridad te das cuenta de que todos, incluido tú, necesitan vivir constantemente en armonía entre sí y con el entorno.
Cuando sigues el fluir de la naturaleza, vives en equilibrio con el orden natural y puedes lograr una mayor sensación de bienestar para tu mente, cuerpo y espíritu.
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