En la época moderna estamos sometidos a una cantidad de estimulación informativa jamás vista en la historia de la humanidad. Algunos teóricos de medios sugieren que la gran divisa de nuestra época, algo así como el petróleo digital, es la atención de las personas. Las compañías de tecnología hoy en día pueden capitalizar todo periodo de atención que logren captar y la información que esto les brinda, y para ello emplean sofisticadas técnicas de captura.
Por ello, maestros budistas como Alan Wallace han sugerido que nuestra sociedad padece colectivamente un déficit de atención. Esto es algo preocupante en el sentido de que, si no somos capaces de controlar y dirigir nuestra atención, tenemos una especie de incapacidad mental para lograr tareas que requieren de mucha concentración --aprender un idioma nuevo, tocar un instrumento, pilotear un avión y cosas por el estilo, que son realmente excitantes, podrían estar fuera de nuestro alcance por el momento, hasta que no aprendamos a cultivar nuestra atención.
Existen numerosas técnicas para cultivar la atención, pero ninguna con el linaje y el prestigio empírico de la meditación. La técnica más básica de meditación es una forma también de medir de alguna manera nuestro estado base de atención, si bien no es algo concluyente. Básicamente, consiste en contar la respiración y atender a las sensaciones que el inhalar y el exhalar producen. Algunas personas son capaces de entrar en un estado de concentración cuando realizan actividades a las que están acostumbradas y que les proveen gran cantidad de estimulación, pero al momento en el que se ponen a meditar, debido a que no tienen un hábito introspectivo o no se sienten a gusto con sus propios pensamientos, no logran la tranquilidad suficiente para poder concentrarse. En general, el hecho de no poder concentrarse meditando es un signo o un síntoma de que hay algo en nuestra mente que merece observarse y que posiblemente hay que depurar.
El ejercicio básico es contar hasta 10 (cada inhalación y exhalación suman 1), observando las sensaciones que produce el aire al entrar por la nariz. Se recomienda sentarse con la espalda recta en silencio. Evidentemente, al hacer este ejercicio vendrán pensamientos que nos pueden distraer, lo cual es normal; lo importante es no perseguirlos y regresar a la respiración, las sensaciones del aire, la inhalación y la exhalación. Al hacer esto algunas personas no logran ni siquiera llegar a 10, ya que se pierden en sus pensamientos y ni siquiera consiguen recordar en que número iban (en cuyo caso, se debe volver a empezar). Otras logran llegar a 10 pero no de manera ininterrumpida en el conteo, pues se distraen un poco; otras más pueden hacerlo, pero tienen muchos pensamientos en el transcurso y no consiguen focalizar completamente su atención, mientras que otras más tienen una mente más clara y lo hacen con facilidad. En todo caso, lo importante es solamente notar que tenemos una mente agitada, o en algunos casos opaca y somnolienta, y que practicar la atención plena y la pacificación de la mente (técnicas que en el budismo se conocen como shamata) ayuda a cultivar la atención, a sacarle filo y brillo a la mente.
Para ampliar esta práctica puedes contar hasta 21 y volver a empezar las veces que lo consideres necesario. Al ir cultivando la atención se genera lo que se llama samadhi, una paz mental que es también una cierta luminosidad, una especie de láser de la mente que nos permitirá realizar cualquier tipo de tarea con mayor eficiencia.