Tener confianza en ti mismo y mantener una autoestima saludable puede llegar a ser algo complicado en una sociedad como la actual, llena de estereotipos extremos, prejuicios y estándares de perfección física y actitudinal que las personas sienten que deben cumplir cabalmente.
Sin embargo, aunque sea algo un tanto difícil y que toma tiempo, mejorar tu autoestima y tu autoconfianza es algo posible, y está en ti esforzarte para lograrlo. Los siguientes principios espirituales te pueden ayudar a que tu amor propio crezca y florezca.
Perdonar y ser compasivo es muy importante para mantener la paz interna y evitar cargar con lastres de odio y rencor, que solamente te dañan a ti. Y esto no sólo se refiere a los demás, sino también a ti mismo. Muchas veces tú puedes ser tu peor juez y puedes llegar a ser duro e hiriente contigo mismo.
Entonces, para hacer crecer y fortalecer tu autoestima y autoconfianza es muy importante que te perdones cuando cometes errores y que aprendas a ser compasivo y paciente contigo mismo.
De la mano del punto anterior, a veces tu crítico interno se convierte en tu peor enemigo, porque nunca está conforme con lo que haces y siempre tiene miedo de que fracases al intentar algo.
Cuando aparezca la voz de ese crítico, que al final eres tú mismo, haz todo lo posible para contrarrestar sus críticas con un diálogo interno amoroso y positivo. Esfuérzate por convencerte de lo contrario de lo que esa voz te dice: confía en ti, en tus capacidades, reconoce tus logros y aprende a creer en tus fortalezas.
Tal vez creas que ser vulnerable es un signo de debilidad, pero no es así, es parte de tu naturaleza como ser humano. Cuando eres vulnerable, lo reconoces y aceptas, te vuelves capaz de ser más empático con los demás y, muy importante, contigo mismo.
Deja a un lado la armadura de persona imbatible e inmutable. No temas cometer errores y ya no finjas que todo está siempre bien. Date permiso de estar triste, de enojarte y sentirte frustrado; solamente no te estanques ahí. Desahógate y deja que esas emociones se liberen. Si necesitas ayuda, búscala en las personas que te quieren y en quienes confías.
¿Cómo te sientes cuando alguien te felicita por tus logros o cuando te hacen saber lo bueno que ven en ti? Seguramente muy bien, ¿cierto? Entonces, ¿por qué no te conviertes en esa persona que mejora el día de alguien más?
Empieza a ser más amable, compasivo y empático con los otros. Reconoce sus logros y virtudes y hazles saber lo positivo que hay en ellos. Al hacerlo te darás cuenta de que empoderar a otros es una manera de empoderarte a ti mismo y eso convierte a esta práctica en un círculo virtuoso lleno de energía positiva.
Como ya se dijo, muchas veces tú mismo eres tu propio juez y tu peor enemigo, te obstaculizas el camino y saboteas tus metas. Muchas veces esto pasa cuando tu crítico interno se preocupa de más por lo que los demás piensen o digan de ti. Esto sólo hace que tus inseguridades y miedos crezcan.
Deja de preocuparte por lo que los demás opinen de ti o de tu forma de vida, y mejor dedícate a llevar tu vida por el camino que te haga feliz y a ser congruente entre lo que piensas, dices y haces. Mientras tú estés bien con tu forma de ser y de vivir, y mientras lo que hagas o digas no afecte a nadie, la única aprobación que necesitas y que debe importarte es la tuya.
Cada persona tiene su propio ritmo y su propio tiempo para que las cosas ocurran en su camino. Así que deja de perder tiempo y energía al comparar tu vida con la de otros. No importa si tal persona ya tiene su coche o casa, si otra ya se casó y tiene hijos, si alguien más viaja constantemente, o cualquier otra cosa.
Mejor alégrate sinceramente por los logros de esas personas y enfócate en lo que tú quieres lograr en tu vida. La felicidad de todos no está en las mismas cosas. Encuentra lo que te hace sentir pleno y enfócate en ello; y mientras lo logras, no olvides agradecer por todo lo que ya tienes y por las metas que has alcanzado.
El camino recto puede ser el más fácil y cómodo, pero no siempre es el mejor. Si te sientes bien en él, adelante, pero si te causa incomodidad, no tengas miedo de dar un giro y salirte de la ruta trazada. Pero no se trata de correr riesgos sin sentido, sino sólo aquellos que valga la pena y que no pongan en riesgo tu integridad ni tu felicidad.
Atrévete a salir de tu zona de confort para dirigirte a la zona de crecimiento. No es necesario que hagas cambios drásticos de un día para otro, se vale empezar con uno sencillo, como cambiar de ruta al regresar a casa, ver una película de un género distinto a los que sueles elegir siempre, aprender algo nuevo o ir a algún lugar en el que nunca antes hayas estado. Probar cosas diferentes te ayuda a crecer y a incrementar tu confianza.
Cuando haces o dejas de hacer cosas sólo para agradar a los demás o para evitar sus críticas, atentas contra ti mismo, contra tu bienestar y felicidad.
Cuando la confianza en ti mismo empieza a crecer, te das cuenta de que no necesitas darle gusto a nadie, más que a ti. Así que es momento de tomar las riendas de tu vida y llevarla por el sendero que tú elijas, aunque los demás no lo entiendan, aunque lo critiquen y no estén de acuerdo.
Para ser alguien grandioso no necesitas encajar en los estereotipos de belleza establecidos, ni usar ropa o accesorios de marcas caras, ni tener el auto o el celular del año. Para ser alguien grandioso, lo que necesitas es trabajar en tu personalidad y en la actitud con la que enfrentas la vida.
Muchas veces esas cosas materiales ostentosas sólo sirven para enmascarar tus inseguridades. Así que mejor empieza a ser auténtico y a usar lo que te guste y te haga sentir bien y cómodo, no lo que más vaya a impresionar a los demás.
Las personas inseguras atraen a personas inseguras y sus conversaciones suelen girar en torno a sus dramas y desgracias, además de que todo entre ellas es una queja constante.
Sal de ese círculo y busca rodearte de personas positivas, seguras y con vibraciones altas, pues todo eso se contagia y su buena vibra puede ayudarte en el proceso en el que te encuentras para mejorar tu amor propio.