¿Te has preguntado qué tan impulsivo eres y de qué manera te afecta? Tus emociones y conductas pueden verse afectadas por la impulsividad. Si dejarte llevar es para ti un problema, aquí tienes cinco consejos para manejarlo y evitarlo.
Dos palabras clave: tiempo y esfuerzo. Cualquier cambio psicológico requiere estos dos elementos, pues se trata de cambiar hábitos y rutinas, lo que requiere de la práctica continua. Tranquilo, saldrás de la zona de confort y puede no gustarte al inicio, pero recuerda que el que persevera alcanza.
Cambia tu entorno: de lo general a lo particular. Entrar al círculo vicioso de las obsesiones o adicciones es tan fácil como peligroso. Evita los lugares con violencia o peligros físicos en los que se exija una respuesta rápida a prácticamente cualquier estímulo, así como las situaciones llenas de elementos que lo propicien. Los cambios psicológicos no se realizan de manera aislada respecto al entorno, porque las características de éste son las que te forman.
Las acciones importan. Regular las emociones y los pensamientos está relacionado con el autocontrol. Lo que te ayudará a no excederte en los arrebatos es hacer consciente tu emoción y las consecuencias que puede tener tu reacción. Así podrás pensar antes de actuar o hablar y detenerte antes de realizar alguna acción peligrosa, tanto física como emocionalmente.
Aléjate del estrés. El agotamiento mental y emocional, así como estar expuesto constantemente a situaciones que promueven el estrés, acabarán con tu equilibrio y podrías empezar a reaccionar de forma impulsiva. Ya sea que lo enfrentes con agresividad o con acciones que te distraen del problema (como atracones de comida, evasión de la responsabilidad, impulso por las compras, etc.), tienes que encontrar el equilibrio en tus días. Será imposible que te alejes del todo de lo que te provoca estrés (trabajo, tráfico, deudas), pero busca mantener tu equilibrio. Para ello, date el tiempo de tener momentos para ti, para relajarte, comer sanamente y descansar lo necesario.
Rodéate de personas que admires. Tus ídolos no necesariamente están en la televisión o en revistas. Mira a tu alrededor, ¿quienes están ahí y de qué manera pueden ayudarte? Ubica a las personas con las que convives diariamente y que son una inspiración para ti. Acércate a ellas, háblales, escúchalas y aprende. Algo muy importante que debes encontrar en ellas es lo siguiente: no deben ser impulsivas, sino un ejemplo a seguir.
Trabaja en estos puntos todos los días ¡y verás los beneficios muy pronto!
Con información de Psicología y mente