Hasta este momento, ¿te arrepientes de algo que has hecho o dejado de hacer? Para cada persona, las respuestas pueden ser muy diferentes: haber dejado ir oportunidades o personas, no haber salido de relaciones o situaciones dañinas a tiempo, haber elegido la profesión equivocada, no haber seguido sus sueños, etcétera. Ahora, ¿qué crees que responderías a esa misma pregunta si supieras que tu vida se acerca a su fin?
La oradora motivacional Bronnie Ware da una respuesta a esta cuestión en su libro The Top Five Regrets of the Dying (Los cinco mandamientos para tener una vida plena: ¿De qué no deberías arrepentirte nunca?, en español). La autora trabajó un tiempo como cuidadora paliativa de personas que estaban cerca de la muerte. Durante ese tiempo, sostuvo numerosas charlas con pacientes de todo tipo pero con arrepentimientos en común.
De esas pláticas surgieron los cinco mayores arrepentimientos que las personas suelen experimentar antes de morir, los cuales se centran en la autenticidad, el disfrute y la importancia de los vínculos.
1. Ojalá hubiera tenido el valor para vivir una vida fiel a mí mismo, y no de acuerdo con lo que otros esperaban de mí.
2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro.
3. Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos.
4. Ojalá me hubiera mantenido más en contacto con mis amigos.
5. Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.
Si te sientes identificado con alguno de estos arrepentimientos o crees que en el futuro puedes llegar a estarlo, lo mejor es evitarlo desde ahora y empezar a llevar una vida plena al seguir un camino que te haga feliz a ti, sin importar lo que digan los demás.
Identifica los arrepentimientos que resuenan contigo y comienza a hacer cambios poco a poco para evitar arrepentirte de esas situaciones. Los siguientes recomendaciones te pueden ayudar a lograrlo.
Esfuérzate por desechar cualquier creencia limitante que tengas sobre quién crees que tienes que ser y por qué. Aunque existen innumerables razones por las que alguien puede permanecer en un camino determinado, también existe la oportunidad de cambiar de rumbo para que tu vida vaya de acuerdo con tu “yo” más auténtico.
Pregúntate si lo que haces, si las decisiones que has tomado están alineadas con lo que eres y lo que quieres, o si están en función de otros, de lo que tu familia, tu pareja o la sociedad esperan de ti.
Si resulta que has vivido para complacer a los demás, es hora de cambiar de rumbo. No importa en qué punto de la vida te encuentres, nunca es tarde para cambiar y mejorar tu vida al ser fiel a quien eres, a lo que crees y piensas, a tus valores y principios.
Por supuesto que trabajar es importante y necesario, y es un aspecto de tu vida que requiere de esfuerzo, compromiso y pasión. Sin embargo, vivir para trabajar es un error; perder amistades, relaciones, momentos con tu familia y seres queridos por dedicar todo tu tiempo al trabajo es un gran error.
Para evitar que el trabajo se vuelva tu vida entera es importante que aprendas a establecer límites sanos y a administrar mejor tu tiempo. Evita llenarte de responsabilidades y compromisos que no puedes cumplir tú solo; aprende a decir que no, a pedir ayuda y a delegar.
Evita llevarte trabajo a la casa, y si haces home office, debes tener bien delimitados tus espacios y tiempos para el trabajo y los que son para disfrutar de tu vida personal. Evita también trabajar fuera de los horarios establecidos y silencia todos los chats y correos del trabajo los fines de semana; aprende a desconectarte del trabajo, respeta y disfruta tus descansos y tus vacaciones; aparta tiempo para las personas que amas, para tus pasatiempos y, sobre todo, para ti.
¿Cuántas veces te has guardado un “te quiero”, un “lo siento” o un “te extraño”, por pena o por miedo? Dejar de expresar y demostrar sus sentimientos es algo de lo que muchas personas se arrepienten hacia el final de sus vidas, y también cuando acaba la vida de esa persona a la que no se lo hicieron saber.
Así que no dejes que eso te pase. Empieza a ser más abierto con tus sentimientos y emociones, aprende a mostrar tu vulnerabilidad. Ármate de valor y diles a las personas que quieres lo importantes que son para ti; agradéceles por ser parte de tu vida; aprende a decir “te quiero”, “te amo”, “te extraño” cada vez que así lo sientas, y discúlpate cuando te equivoques o hieras a alguien.
Más allá de la respuesta que obtengas al abrir tu corazón, lo más importante es que no te guardes lo que sientes y que no te quedes con la duda de lo que hubiera pasado de haberlo externado... esos "hubiera" suelen ser de lo que más duele con el paso del tiempo, sobre todo cuando no hay marcha atrás, cuando ya no hay oportunidades para remediarlo.
Muchas veces, por enfocarte en el trabajo, en tu familia y tus nuevas actividades, o simplemente por desidia, el contacto con los amigos se pierde poco a poco con el tiempo.
No pierdas a esas amistades valiosas, procura cultivarlas y conservarlas con un mensaje o una llamada para saludar y ver cómo va todo, o una salida ocasional para ponerse al día. Los amigos son fundamentales para tener una buena vida; son una fuente de apoyo, compañía y alegría.
No dejes que esas relaciones se pierdan. Si resulta que ha pasado mucho tiempo y del otro lado no hay respuesta, no te agobies, agradece a esa persona por el tiempo compartido en el pasado, mira a tu alrededor y ve dónde hay amistades que aún puedas salvar; y, por qué no, procura ampliar tu círculo de amistades y tus redes de apoyo.
La felicidad es diferente para cada uno y, lejos de lo que se suele pensar, no es un destino al que hay que llegar sino que es un estado del ser, pues la felicidad no sólo está en los grandes logros y en los momentos memorables sino que se encuentra a lo largo del camino, muchas veces en detalles pequeños y sencillos.
No hay recetas para la felicidad, pues cada uno la construye a su manera, a lo largo de su propio camino. Así que si hoy te encuentras en un lugar, una situación, un trabajo o una relación que no te hace feliz o que incluso afecta tu bienestar emocional, es hora de hacer los cambios que sean necesarios.
Este punto va muy de la mano con el primero. Debes preguntarte si eres feliz con tu vida como es ahora, y si no, encontrar los aspectos que te restan felicidad. Si resulta que has vivido en función de los demás para cumplir con ciertos roles, darle gusto a otros o hacer lo que se espera de ti pero no lo que te hace feliz, es hora de que cambies de rumbo y hagas lo que realmente quieres.
Encuentra tu propósito, descubre eso que le da sentido a tu vida y enfócate en ello. Así es como encontrarás la plenitud, te sentirás bien y completo con quien eres, con lo que haces y con tu rol en el mundo. De esta manera no habrá lugar para arrepentimientos, porque te dedicarás a disfrutar tu vida y lo que amas.
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