Tener sueños, objetivos y deseos es algo común y durante diferentes etapas de la vida aparecen unos y otros constantemente, junto con cosas, proyectos o afectos que se quieren obtener o conservar. A menudo, éstos suponen una fuerte inversión de tiempo y recursos, e incluso así, no siempre se consiguen.
En este contexto, a veces sólo eres testigo del éxito de otras personas que obtienen lo que tú persigues, o bien, te entra miedo de perder lo que ya tienes. Esto puede dar origen a emociones que, aunque naturales, si no se gestionan de manera adecuada, terminan en comportamientos tóxicos y destructivos: envidia y celos. Ambos son emociones semejantes y se relacionan con la idea de posesión. Son dos conceptos distintos, aunque a menudo se confunden.
El psicólogo Óscar Castillero explica que la envidia "es el sentimiento caracterizado por una fuerte sensación de malestar o dolor ante la existencia o consecución por parte de otra persona de un objetivo que se quiere para uno mismo". Es un fuerte deseo de tener lo que otra persona tiene, sin importar cuánto le costó lograrlo. Esto causa rabia, amargura y/o tristeza.
El psicólogo explica que en el caso de los celos, crean "la sensación de malestar, angustia y preocupación dirigida hacia la posibilidad de perder a manos de otra persona algo que es valioso y que se considera propio".
Hay celos hacia diversos elementos, por ejemplo celos profesionales, aunque en donde más aparecen es en el ámbito de las relaciones interpersonales. En éstas, se percibe la atención, el afecto o el amor de la otra persona como algo que pertenece al sujeto y que otro puede llegar a quitar. Los celos ocurren en las relaciones de pareja, pero también entre amigos o incluso familiares.
Aunque los celos son naturales y en cierto nivel es normal que los sientas, por lo general su existencia habla de inseguridad, "además de una percepción de posesión o pertenencia del otro y no es infrecuente que existan sentimientos de inferioridad hacia aquel que ha conseguido el objeto de deseo", explica el psicólogo.
La psicóloga Lucy María Reidle Martínez, de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica las diferencias básicas entre ambos sentimientos que a menudo suelen confundirse.
Situación respecto al objeto de deseo
La principal y más importante diferencia es que mientras que la envidia se establece respecto a algo que se desea pero nunca se ha tenido, los celos se centran en el miedo a perder algo que ya se posee y se quiere conservar.
Enfoque de la emoción
Cuando existe envidia hacia alguien, la atención y el malestar es generado por la persona que provoca la envidia. En los celos el malestar no suele proceder de la persona (aunque la relación suele resentirse), sino de una situación que desencadena sospecha o miedo a perder aquello querido.
Posibilidad vs certeza
Entre las diferencias entre celos y envidia está el nivel de incertidumbre y certeza que se tiene respecto de lo que genera la emoción. Generalmente, la envidia se asienta en la certeza de que otra persona tiene algo de lo que uno carece. Sin embargo, en el caso de los celos la emoción se genera por la incertidumbre, por el miedo a que otra persona aparezca y se lleve el objeto de deseo o la sospecha de perder aquello que es querido.
Miedo vs rabia
El sentimiento que predomina es otra de las principales diferencias entre celos y envidia. Por lo general, en los celos es un intenso miedo a perder lo logrado, mientras que en la envidia predominan el resentimiento y la rabia. No obstante, es importante tener en cuenta que en ambos casos es probable que haya tanto miedo (a perder o a no lograr lo que se desea) como rabia (hacia la persona envidiada o hacia aquellos que puedan conseguir lo que se tiene).
Con información de Psicología y Mente