El ser humano está conformado por la integración del cuerpo, la mente, las emociones y el espíritu y lo que ocurre en cada uno de estos niveles afecta a los demás, pues todo está conectado.

Así, no es raro ni sorprendente que el cuerpo manifieste, a través de síntomas o dolencias físicas, lo que ocurre en los planos mental, emocional y espiritual; incluso, emociones como la tristeza pueden ocasionar una caída en el sistema inmune y las defensas del cuerpo, lo cual vuelve al organismo más propenso a contraer alguna enfermedad. 

La tristeza es un estado anímico temporal que se relaciona con un ánimo bajo y suele ser causada por el sentimiento de pérdida. Una de sus funciones es la de propiciar la instrospección, para así reflexionar sobre lo ocurrido y recuperar el equilibrio; además, es una forma de aliviar el estrés para superar situaciones difíciles.

Aunque sentir tristeza es algo normal y para nada es algo negativo, cuando el sentimiento es mayor a lo que una persona puede manejar por sí misma, la emoción sobrepasa y es cuando afecta al nivel físico y puede ocasionar problemas de salud. 

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Los siguientes son los principales efectos que experimenta el cuerpo debido a la tristeza, los cuales, en general, están relacionados con la disminución de la serotonina en el organismo, la cual es una hormona involucrada en la regulación del sueño, el apetito, el dolor, el sistema inmune y el deseo sexual.

Energía baja

Como consecuencia de la tristeza, se da una disminución en los niveles de energía, por lo que aparecen las consecuencias físicas de la fatiga y el cansancio, acompañadas por una mayor necesidad de dormir. Aunque también puede ocurrir lo contrario y darse una dificultad para conciliar el sueño, o insomnio, lo que impide un adecuado descanso y también conduce a la fatiga a lo largo del día.

Cambios en el apetito

Como se mencionó, la falta de serotonina afecta la regulación del apetito, lo cual puede conducir a dos extremos: por un lado puede aumentar la sensación de hambre, al darse una necesidad de llenar ese vacío afectivo a través de la comida; o bien, que el decaimiento y el desinterés lleven a la persona a no tener ganas de probar bocado, ni siquiera si se trata de sus platillos favoritos. 

Problemas estomacales

La tristeza también puede ocasionar malestares estomacales, como dolor, náuseas, colitis e incluso úlceras gástricas en los casos más extremos, o cuando existen antecedentes de este problema y se ven agravados. Esto sucede porque las defensas del cuerpo bajan y el riesgo de enfermar aumenta considerablemente. 

Dolor de cabeza

La principal causa para el dolor de cabeza durante un episodio de tristeza es el llanto, ya que, a través de las lágrimas, el cuerpo pierde agua y sales, lo cual conduce a una leve deshidratación y es cuando se empiezan a sentir las fuertes punzadas en las sienes, las cuales suelen estar acompañadas por inflamación en los ojos y la nariz, además de una sensación de tensión en la frente, el cuello y el cuero cabelludo.  

Aumento de la hormona del estrés

La sensación de tristeza también hace que se eleven los niveles de cortisol en el cuerpo. Esta hormona, conocida como la hormona del estrés, está involucrada con los procesos para controlar los niveles de azúcar en la sangre, la presión sanguínea y la calidad del sueño. Aunque el cortisol es necesario en el organismo y su presencia en niveles normales no es mala, lo que se vuelve perjudicial para la salud es cuando el cuerpo la produce en exceso, al estar sometido a un constante estrés crónico. 

Debilitamiento del sistema inmunológico

La tristeza produce un estado bioquímico de bajos niveles de serotonina y noradrenalina, lo cual afecta al sistema inmune y hace que las defensas del cuerpo se debiliten. Además, si a esto se suman las consecuencias de los factores mencionados previamente: alteraciones en los hábitos de sueño y en la alimentación, así como los problemas estomacales, ocasionan afectaciones al sistema inmune, debido a que el cuerpo se debilita en general.

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