Las emociones viven siempre con nosotros, pero en ocasiones, pueden ser tan intensas que se vuelven desconcertantes y abrumadoras, e incluso puede parecer que toman el control de nuestras acciones. Para poder sentirnos más en control sobre cómo respondemos a las emociones que experimentamos, es necesario conocerlas mejor.

 

Una emoción es un cambio consciente, tanto en el estado psicológico como en el comportamiento, que surge como respuesta a algún tipo de estímulo, que puede ser externo (como un evento o interacción) o interno (como un pensamiento o una sensación física). 

 

Las emociones se experimentan subjetivamente, por lo tanto, aunque hay similitudes para la en cuanto a las reacciones psicológicas, fisiológicas y de comportamiento que generan, la forma en que cada persona las experimenta y expresa es única. 

 

Cómo funcionan las emociones en el cuerpo

Las emociones afectan al cuerpo de varias maneras; tanto las consideradas positivas como aquellas a las que se da una connotación negativa hacen que el cuerpo reaccione de diversas formas, como a través de las sensaciones de inquietud y nerviosismo, o con síntomas más perceptibles físicamente como dolor de cabeza, tensión muscular y dolor o malestar estomacal.  Además, las emociones fuertes pueden causar una respuesta de estrés, pueden ocasionar llanto o hacer sentir la necesidad de liberar energía para reducir el estrés. 

 

El sistema límbico es la parte principal del cerebro que procesa las experiencias emocionales; además, el cerebro tiene un filtro emocional específico, la amígdala, a través de la cual se procesan los estímulos. 

 

La amígdala está diseñada para almacenar la memoria sensorial de las experiencias previas y utiliza esa información como indicador para determinar las sensaciones que provocan las experiencias actuales. Luego, la amígdala envía la información correspondiente a otras partes del cerebro, lo que da como resultado la liberación de ciertos neurotransmisores y hormonas, según la interpretación de ese evento. 

 

Por ejemplo, si la amígdala procesa un evento como emocionante o placentero, habrá una liberación de dopamina, serotonina y endorfinas, que influirán en cómo reacciona el cuerpo ante ese suceso. Si la amígdala siente algo aterrador, vergonzoso, irritante o preocupante, habrá una liberación de epinefrina, norepinefrina, adrenalina y cortisol, que son los responsables de la respuesta de lucha o huida.

 

Por lo tanto, las emociones se experimentan en el cuerpo como resultado de la forma en que el cerebro procesa un evento y qué neurotransmisores y hormonas se liberan como respuesta a esa interpretación. 

 

Los tipos básicos de emociones

En el siglo XX, el psicólogo Paul Ekman identificó seis tipos básicos de emociones: felicidad, tristeza, miedo, ira, asco y sorpresa. Al estudiarlas más a fondo, descubrió que cada una de estas emociones centrales es, en realidad, una familia de estados emocionales relacionados, que son variaciones de un tema compartido.

 

1. Felicidad

La felicidad es el resultado de los neurotransmisores conocidos precisamente como las “hormonas de la felicidad”, incluyendo la serotonina, que conduce a sentimientos de satisfacción y disfrute en el cuerpo; y la dopamina, que tiene que ver con la búsqueda de recompensas y, por lo tanto, puede provocar sentimientos de excitación y estados elevados de placer. 

 

Además, las endorfinas y la oxitocina también son parte de este grupo de “hormonas de la felicidad”, las cuales generan sentimientos de calma, satisfacción, placer y alegría en el cuerpo. 

 

Las variaciones de la felicidad incluyen: alegría, excitación, orgullo, gratitud y diversión.

 

2. Tristeza

La tristeza puede ser el resultado de una reducción en los niveles de los neurotransmisores serotonina y dopamina, lo cual puede hacer que el cuerpo reaccione a través de un estado de ánimo deprimido o irritable, además de generar la sensación de pesadez y poca energía.

 

Los niveles bajos prolongados de estos neurotransmisores se asocian con depresión, fatiga, falta general de energía, dificultades para concentrarse, cambios en el apetito y el sueño. 

 

Las variaciones de la tristeza incluyen: desesperanza, decepción, infelicidad, soledad, aburrimiento y apatía. 

 

3. Miedo

El miedo se produce cuando el cerebro percibe una amenaza potencial y crea una reacción en el sistema nervioso, que alerta al cuerpo del peligro y puede hacer que entre en modo de lucha o huida, mientras que algunas personas también pueden congelarse como respuesta ante el temor.

 

Otros impactos del miedo en el cuerpo pueden ser el aumento de la frecuencia respiratoria y cardiaca, la tensión muscular, la boca seca y el exceso de energía en el cuerpo, entre otros. 

 

Las variaciones del miedo incluyen: susto, preocupación, aprensión, ansiedad, pánico, inseguridad y desánimo.

 

4. Ira

La ira tiene una respuesta neurológica similar al miedo, ya que se liberan varios de los mismos neurotransmisores y hormonas. La ira puede causar tensión muscular y mal humor, y puedes reaccionar ante ella gritando, alimentándote de pensamientos negativos o arremetiendo contra personas u objetos para aliviar el estrés.

 

La estrecha relación entre el miedo y la ira explica por qué los padres pueden gritar cuando un niño está a punto de hacer algo peligroso o por qué una pareja puede volverse agresiva cuando se siente provocada por su pareja. 

 

Las variaciones de la ira incluyen: frustración, irritabilidad, enojo, molestia y celos.

 

5. Asco

El asco puede causar reacciones aversivas en el cuerpo. Es posible que experimentes malestar estomacal o que desees abandonar la situación que te lo provoca.

 

Esta emoción está diseñada para proteger el cuerpo al alejarnos de las cosas que pueden ser tóxicas, dañinas o nocivas, por ejemplo, al estar ante algo que huele o sabe mal porque está descompuesto, pero también puede ser en respuesta ante violaciones morales.

 

Las variaciones del asco incluyen: rechazo, aversión y disgusto.

 

6. Sorpresa

La sorpresa puede causar reacciones positivas o negativas en el cuerpo, según lo que la ocasione. Las reacciones iniciales pueden ser de congelación o shock; luego, si la sorpresa es positiva, puede llevar a la felicidad y la euforia, pero si es algo negativo, puede crear una respuesta traumática, con reacciones como ansiedad, depresión, miedo y tensión muscular.

 

Las variaciones de la sorpresa incluyen: conmoción, asombro, aturdimiento y admiración.