¿Sueles sentirte incómodo cuando una persona llora o desahoga sus emociones en tu presencia? ¿Te cuesta empatizar con los sentimientos y emociones de los demás? ¿Consideras que no tienes la habilidad para dar consuelo a quien expresa su sufrimiento?
Si te sientes identificado con situaciones como estas, eso no significa que no quieras estar allí para esas personas, pero a veces te resulta difícil conectarte con los demás, puesto que es posible que estés experimentando un desapego emocional.
El desapego emocional es una forma de disociación y desconexión tanto con uno mismo como con los demás. Es una sensación de que, a pesar de que estés físicamente al lado de la otra persona, estás mentalmente desconectado de ella y sus emociones.
Puede ser una estrategia normal y voluntaria para establecer límites claros, cuando no quieres que lo que le ocurre a los demás te afecte directamente, sino simplemente brindarles tu apoyo, ayuda y comprensión. Sin embargo, este tipo de desapego puede convertirse en una respuesta negativa si la disociación continua te impide conectarte con los demás y compartir con ellos de manera significativa.
El desapego emocional puede ocasionar que tengas dificultades para mantener las relaciones en tu vida, puesto que ser incapaz de expresar abiertamente tus emociones y la empatía hacia los demás puede resultar ser un problema constante.
Muchas veces, las personas con desapego emocional se sienten culpables por su incapacidad para conectarse auténticamente con los demás, pero a menudo no es su culpa, sino que suele ser un mecanismo de defensa para mantener a las personas a distancia, en busca de sentir seguridad, así como para protegerse del estrés, el agobio y la ansiedad potenciales.
Si creciste en un entorno en el que mostrar la verdadera amplitud de tus emociones era amenazante o vergonzoso de alguna manera (como una dinámica familiar tóxica ), con el tiempo podrías haber aprendido a apagar tus sentimientos hasta que se convirtieran en algo automático e inconsciente.
1. Te cuesta trabajo ser empático. Puedes comprender por lo que están pasando los demás, pero no logras conectar con su sentir ni abrirles por completo tu corazón, por lo que pueden percibirte como alguien distante e indiferente.
2. Te desconectas ante conflictos o situaciones sociales. Cuando alguien llora a tu lado, prefieres evadir el momento y tratar de dirigir la charla o la situación a otra cosa que te resulte más cómoda. Además, puede ser difícil para ti seguir el ritmo de la actividad social intensa, porque crees que la gente quiere demasiado de ti y no estás seguro de poder darlo.
3. En general, careces de habilidades para las relaciones. Debido a que no puedes o no quieres conectar con todas tus emociones, y mucho menos con las emociones de otras personas, puede parecer que eres indiferente con tus seres queridos o que no te importa lo que les suceda.
4. Tienes dificultad para identificar tus sentimientos. Te resulta complicado analizar lo que sucede internamente; sólo sabes que tus emociones se sienten desagradables e incómodas, pero no puedes clasificarlas adecuadamente como dolor, ira, miedo, etcétera.
5. No es fácil compartir lo que te pasa ni lo que quieres o necesitas. Cuando te preguntan cómo estás prefieres responder que bien, aunque no sea así, debido a que reprimes tus emociones y minimizas lo que te pasa. Incluso evades las buenas experiencias y muchas veces ni siquiera tú mismo te permites disfrutarlas, pues tampoco estás emocionalmente disponible para ti mismo. Además, debido a que mitigas tanto las emociones, es difícil comunicar tus expectativas y anhelos porque estás demasiado ocupado evadiéndolos.
6. Eres muy crítico contigo mismo. El desapego emocional puede contribuir a una gran crítica interna y una falta de motivación para completar las tareas. Ser hipercrítico conduce a tendencias perfeccionistas y a una creencia distorsionada de que no eres lo suficientemente bueno.
7. Te incomoda recibir cumplidos y elogios. Ser capaz de recibir sinceramente elogios de los demás significa que puedes aceptar los aspectos positivos de ti mismo. Pero para las personas que experimentan desapego emocional, suele ser difícil expresar felicidad con el cumplido, puesto que es algo que les incomoda y causa tensión.
Superar el desapego emocional requiere tiempo, paciencia, constancia y, sobre todo, ser compasivo contigo mismo en el proceso. Lo primero que necesitas es aprender a identificar tus emociones, así como a reconocer las sensaciones que experimentas en el cuerpo cuando surgen tus distintos sentimientos.
Para ayudarte en ese proceso de reconocer tus emociones, puedes apoyarte en actividades de cuidado personal y de amor propio, como la meditación, el yoga, la pintura, la terapia artística y la terapia con animales.
Esto facilitará una conexión con tu sentido de ti mismo y te ayudará a ser consciente de los factores desencadenantes que causan el desapego en primer lugar, y también te ayudará a conectar con tu vulnerabilidad para aceptarla, abrazarla y finalmente poder expresarla.
Reentrenar tu cuerpo y tu cerebro para sentirte seguro es una parte clave para sanar el miedo y conectarte más emocionalmente con el mundo. Reconocer tus sentimientos y todas tus complejidades puede ser el comienzo de reencontrarte contigo mismo y con los demás, a través de la aceptación, la comprensión y el amor.
Por último, si sufres de desapego emocional, debes saber que no tienes que lidiar tú solo con él. Puesto que el aislamiento es un sello distintivo de este comportamiento, es probable que busques solucionarlo por tu cuenta, pero en realidad todo será mucho más sencillo y amable si compartes tu proceso y los sentimientos que éste desencadena, ya sea con un terapeuta o con las personas en las que confías, como tu pareja, familiares o amigos.
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