Mucho se habla de la importancia del perdón para poder dar vuelta a la página, cerrar ciclos y seguir adelante; sin embargo, cuando la ofensa, la traición o el agravio te hirió hasta lo más profundo, puede ser complicado perdonar, sobre todo cuando se trata de una persona en quien depositaste tu confianza y amor.

Aunque de momento parezca imposible, con el tiempo puedes superar el resentimiento para llegar al perdón. Y siempre debes tener presente que perdonar no significa que apruebes o toleres el comportamiento que tuvo esa persona y tampoco implica retomar la relación que tenías con ella, ni siquiera tienes que volver a tener contacto con ella al perdonarla. 

El perdón es, en pocas palabras, liberarte de la ira, el resentimiento o lo que sea que sientas hacia alguien que te ha hecho daño. Perdonar es dejar de sentir rencor contra un ofensor o renunciar a la necesidad de una disculpa o retribución por el agravio que te hizo. Perdonar es algo que te ayudará a quitarte una carga de encima para seguir con tu vida con una energía más ligera y positiva. Es un estado interno del ser, y no depende de nadie más que de ti. 

Perdonar es todo un proceso y toma tiempo, pues es importante recordar que es natural tener aversión a perdonar. El instinto humano ante el peligro o una situación negativa es responder peleando o huyendo; y también es instintivo querer golpear de vuelta o pagar con la misma moneda cuando sentimos que hemos sido profundamente agraviados. Por ello, el perdón no siempre es sencillo.

Tu capacidad para perdonar a alguien tiene poco que ver con esa persona o lo que hizo y mucho que ver con tu capacidad para hacer ese cambio en tus pensamientos, sentimientos y acciones hacia la persona. Perdonar significa que has hecho las paces con lo que sucedió, que esa herida ha sanado y ha dejado de doler.

Beneficios del perdón

Para comprender los beneficios del perdón, debes comprender qué sucede cuando no perdonas. Guardar rencor o resentimiento no es bueno para nadie, pues provoca mucho estrés y ansiedad, un estado de ánimo más bajo y, por supuesto, ocasiona estrés en las relaciones.

Lo opuesto al perdón es el estancamiento, porque te quedas atascado en un lugar emocional con respecto a un incidente en particular, y eso te impide avanzar, crecer y disfrutar del momento presente. 

Cuando perdonas, en cambio, puedes dejar ir toda la energía que el rencor te hace gastar. Lo que hace el perdón es permitirte dejar ir y no dar energía a una situación, relación o persona a la que tienes una reacción muy fuerte.

5 pasos para el perdón

1. Comprende por qué el perdón es importante. Pregúntate para qué te sirve guardar resentimiento, ira o tristeza hacia una situación o persona; ¿ganas algo con ello? ¿le afecta tu rencor a quien te ofendió? Reflexione sobre esto y reconoce el valor de liberar esa carga emocional a través del perdón.

2. Evalúa quién necesita ser perdonado. Reflexiona sobre la situación y la persona en cuestión. Acepta las emociones que ese hecho te provocó y libéralas. Cuando puedes comenzar a ver tanto a la persona como al hecho sin que te duela o te genere ese resentimiento, es porque ya has empezado a perdonar.

3. Haz un trabajo interno sobre el problema. El perdón también requiere un grado de trabajo interno y reconocer cómo te afecta aferrarte al resentimiento y por qué lo estás haciendo. Como se mencionó anteriormente, puede ser instintivo no querer perdonar, pero ¿te estás aferrando a la ira por miedo? ¿Cómo te afecta esa energía estancada en tu vida?

4. Elige soltar y perdonar. Una vez que hayas lidiado con todo el trabajo interno y hayas reflexionado sobre la situación, puedes optar por liberarte y perdonar. Y es, en última instancia, una elección. Este paso puede implicar una declaración literal de perdón, en la que le dices a la persona que la perdonas, pero también puede ser un proceso interno del que en realidad nunca hablas.

5. Sé consciente de que el perdón no siempre ocurre de forma lineal. Así ordenado en puntos, el proceso del perdón suena bastante fácil, pero la realidad es que no lo es, especialmente en esas situaciones donde te sentiste sumamente herido y traicionado. Así que debes ser consciente de que será todo un proceso que tomará su tiempo, y que en el trayecto puede haber tropiezos, por lo que siempre debes mantener presente tu decisión de perdonar y la razón por la cual elegiste perdonar a esta persona inicialmente.

¿Y qué pasa cuando el perdón no parece ser una opción? A veces, el dolor es demasiado profundo y no puedes perdonar, o al menos no todavía. Independientemente de lo que haya sucedido, en estos casos donde te parece imposible poder perdonar, sería una buena idea buscar la guía de un profesional para ayudarte a superar las emociones negativas a las que te aferras. 

E incluso si no necesariamente puedes perdonar a esa persona, es importante encontrar un grado de aceptación para que no albergues negatividad inconscientemente. Puedes preguntarte qué aprendizaje obtuviste de lo que pasó y quedarte con ello como un rescate valioso de la mala experiencia. Si de plano no puedes perdonar a alguien, pregúntate cómo puedes usar esa situación a tu favor para crecer y madurar, o cómo puedes mejorarte a ti mismo a partir de lo que te ocurrió. Así obtendrás algo positivo de esa mala experiencia y, aunque el perdón tarde o no llegue, podrás liberarte de la negatividad que te ata a lo ocurrido o a la persona que lo hizo.  

Finalmente, perdonar no significa actuar como si nada hubiera pasado, sino de llegar a un lugar de seguridad emocional y física. Y aunque el perdón no siempre es fácil, siempre vale la pena. Como dicen, cualquier cosa que te cueste la paz es demasiado costosa, y al aferrarte a la ira o al resentimiento, solo afectas tu paz, no la de quien te hirió.

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